¡Blindaje humano! sí recibieron al “jefe de jefes” en RD

Por Augusto Álvarez
La llegada del súper jefe del Pentágono, Pete Hegseth, provocó una recepción que superó con creces las dedicadas a presidentes y líderes mundiales.
Fue un despliegue que rozó el blindaje humano, una mezcla de nerviosismo, solemnidad y una especie de parálisis colectiva entre figuras y figurines en la terminal aeroportuaria.
Desde ahora —y esto lo admiten hasta en voz baja— habrá áreas totalmente restringidas, incluso para funcionarios dominicanos de alto rango. Quien no aparezca en la lista norteamericana, sencillamente no pasa.
El presidente Luis Abinader informó que desde el aeropuerto Las Américas no habrá obstáculos para las exigencias del Ejército de Estados Unidos, especialmente para que sus aviones puedan reabastecerse de combustible y realizar trabajos de mantenimiento sin contratiempos.
¿Y por qué aquí? Algo se olfatea. Algo se cocina. Y no es descabellado pensar que el Tío Sam podría estar preparando un guiso que, tarde o temprano, degustarán en Venezuela.
La visita del poderoso funcionario, a uno de los patios traseros más sensibles de EE.UU., no solo apunta hacia Caracas.
También, en el plano interno, el ojo del águila está posado sobre ciertos funcionarios —de antes y de ahora— que han amasado fortunas bajo la sombra del narco y el crimen organizado.
Al final, el Gobierno dominicano recibe decisiones que, le gusten o no, vienen del gran poder del Norte. Esas son lentejas: o las tomas, o las dejas.
El presidente Abinader tiene en sus manos un paquete pesado. Muy pesado. Y deberá cargarlo sin saber aún qué oculta o qué agenda trae bajo el brazo el funcionario estrella de la administración Trump.



