NACIONALESOPINION

La justicia verdadera empieza donde termina la impunidad

Sin devolución de lo robado, no hay justicia

Por Margarita de la Rosa

La verdadera justicia empieza cuando el Estado recupera lo que la corrupción le arrebató.

El reciente sometimiento judicial y la imposición de prisión preventiva a varios implicados en el desfalco millonario del SENASA ha generado una sensación de alivio público.

Durante años, el deterioro del seguro estatal se sentía en cada autorización retrasada, en cada medicamento negado, en cada afiliado que se veía obligado a “resolver por fuera” lo que el sistema debía garantizarle.

Sin embargo, la experiencia dominicana, y la mía personal, demuestra que el apresamiento, por sí solo, nunca ha sido suficiente para transformar las prácticas de corrupción que se repiten con meticulosa constancia en nuestras instituciones.

Si la sanción se limita a encerrar a los responsables, pero sus fortunas ilícitas permanecen intactas, el mensaje que se envía es peligroso: “el crimen puede que pague, pero el botín se conserva”.

Por eso, este caso debe marcar una diferencia fundamental: la justicia no puede concluir con el encarcelamiento, sino con la recuperación total del dinero sustraído al sistema de salud estatal.

Ese dinero no pertenece a ningún funcionario, sino a los millones de afiliados cuyo bienestar fue sacrificado en el altar de la avaricia.

El SENASA es, quizá, uno de los pilares sociales más sensibles del país. Su debilitamiento afecta de forma inmediata a los más vulnerables. Cuando se desfalca un seguro público, no se roba dinero: se roba salud, se roba tranquilidad, se roba vida.

Es imprescindible que las autoridades completen este proceso con la confiscación de bienes, la trazabilidad financiera exhaustiva y la devolución íntegra de los fondos.

No se trata de venganza, sino de restauración: restaurar la confianza pública, restaurar el sistema, restaurar el principio básico de que en un Estado moderno la impunidad no es una opción.

La justicia dominicana tiene aquí la oportunidad de enviar un mensaje ejemplar: la corrupción no solo se sanciona… se revierte.

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