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El uso del quepis dentro de una iglesia es casi un sacrilegio… Y si lo hace un general, es una vergüenza nacional

¡Cógelo, Picante! La ministra de la Mujer debe investigar una denuncia sobre “acoso” hecha por empleadas de esa institución… y acusan a un oficial PN

 

Buenos días…

¡Cógelo, Picante!La mediocridad se huele, se siente y se ve. En cualquier policía, sí… pero si viene de un alto rango, peor.

Entrar a una iglesia con el quepis puesto no es un gesto militar, ¡es una falta de respeto! Una irreverencia. Casi un sacrilegio.

Y como dijo alguien con más sensatez que muchos uniformados: “no hay espectáculo más deprimente que cuando la ignorancia se junta con el poder.”

¿Escuchó, señor director de la Policía Nacional? Le queda menos de un mes en el cargo —si el presidente Luis Abinader cumple la ley— y todavía no aprende lo básico: respeto. Por eso se habla de mediocridad en la Policía.

Por cierto, en la Policía ya no se respeta ni al mando ni al ciudadano. Y si usted no respeta, no espere respeto. Los abusos policiales contra la gente común se han vuelto rutina. Nunca pensamos ver tantos atropellos en un gobierno del PRM-Abinader.

Si un motorista se detiene, entrega sus documentos y todo está en orden… ¿por qué quitarle la moto? ¿Será que era cierto —aunque luego lo negaron— que alguien dijo que “los motoristas son unos parásitos”? La mediocridad, cuando se sube al poder, no pide permiso.

¡Atención, ministra de la Mujer! Nos llega una denuncia seria, delicadísima, desde dentro del Ministerio de la Mujer. Empleadas de la institución aseguran estar siendo acosadas y maltratadas por un oficial de la Policía Nacional, asignado a labores de seguridad. Sí, leyó bien: un policía dentro del Ministerio de la Mujer, acusado de acoso. Gravísimo.

Nos llega el nombre del oficial. Las denunciantes —todas oficiales femeninas— hablan de acoso verbal y psicológico, y describen el patrón de conducta con detalles. Esto no puede quedar en el aire. Eso hay que investigarlo, y establecer la realidad, y de comprobarse, debe haber consecuencia.

Ministra Faride Raful: investigue esto a fondo. Que el Ministerio de Interior y Policía también meta la lupa. Porque esto ocurre justo en medio de su tan publicitada “reforma policial”… y si es verdad, el mensaje sería demoledor.

Calles rotas, vergüenza abierta. El alcalde Dio Astacio parece no ver los cráteres lunares que adornan algunas avenidas de Santo Domingo Este.

En días de lluvia, esos hoyos se convierten en trampas para carros y motores. La gente sufre, el tránsito colapsa… y el Ayuntamiento bien, gracias. ¡Qué vergüenza!

Desde Villa Liberación (no fue Diógenes Ozuna, aclaramos) preguntan: ¿Dónde están las famosas “patrullas por cuadrante” que prometió el director de la Policía en SDE?

¡Ahí sí! Se la pusieron dura. Porque esas “patrullas por cuadrante” parecen puro buchipluma na’ má. Publicidad y bulto. No se ven ni por los centros espiritistas.

¿Un serbio manda en el Este? Grave denuncia: que un ciudadano serbio controla el narcotráfico en la región Este, y en zonas turísticas exclusivas. Eso no es rumor de colmado. Es información que debe investigarse ya. Si eso es cierto, estamos ante una falla de seguridad monumental. Y ojo, Estados Unidos también debería mirar hacia allá.

Aceras secuestradas, peatones en el aire. En Santo Domingo Este, caminar se ha vuelto deporte extremo. Las aceras están ocupadas por negocios, tarantines y talleres, ante la indiferencia del Ayuntamiento. El ciudadano ya no tiene por dónde andar… Y mientras tanto, el alcalde Dio Astacio mira hacia otro lado. Aquí tiene un ejemplo clarito:

El uso del quepis dentro de una iglesia es casi un sacrilegio… Y si lo hace un general, es una vergüenza nacional
Calle Francisco Segura y Sandoval, martes 28 de octubre 2025

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