Los “chiperos” navegan con el viento a su favor… y el “Ñonguito” hace explosión
Al Presidente le salió el cuco con eso de que la deuda que contrae su gobierno es para pagar deuda ajena… ¡Defiéndase!, si puede, de esos misiles.

Buenos días…
La inseguridad sigue haciendo de las suyas en la República Dominicana. Asaltos, robos, despojos, tiroteos y violencia por todas partes. Nadie está a salvo. Pero lo más grave es que nadie sabe a quién acudir, y cuando el ciudadano va al destacamento policial, le ponen la alfombra… pero de clavos.
Por eso se regó el comediante Félix Tejeda, “Ñonguito”, quien denunció que le robaron su tarjeta de débito y los ladrones realizaron dos consumos no autorizados, uno por 55 mil pesos y otro por más de 11 mil, en un supermercado del Distrito Nacional.
Hasta ahí, un robo más. Pero el verdadero drama vino después, pues el “Ñonguito” fue a varios departamentos de la Policía Nacional para formalizar su denuncia… ¡y nadie lo atendió! Nadie lo ayudó. Nadie le dio respuesta.
Y eso —hay que decirlo sin pelos en la lengua— no sorprende a nadie. En “¡Cógelo, Picante!” lo hemos denunciado mil veces. En zonas como Villa Duarte, los destacamentos se niegan a recibir denuncias por asaltos o robos. Las víctimas son mandadas a la Fiscalía, donde el proceso es lento, tedioso y humillante.
El país anda manga por hombro, huérfano de autoridad, y aunque el presidente Luis Abinader no haya dado la orden de permitir este caos, no ha tomado las medidas que la nación exige. Por eso no hay seguridad, y por eso vivimos en la inseguridad.
El general retirado Rafael Guillermo Guzmán Fermín lo dijo claro: las estadísticas policiales son un “cero a la izquierda”. Y la ministra Faride Raful, que habla bonito, debería mirar menos las cámaras y más la realidad.
Mientras tanto, los chiperos y tarjeteros siguen campantes. Estafan, cambian de carro cada mes, se pasean por las redes con lujos, y la Policía ni los toca. Parecen blindados. ¿Y entonces? Y sus acciones, parecen no tener respuestas.
El “cuco” de la deuda… Al presidente Abinader le cayó el cuco encima con eso de que el 80 % de la deuda de su gobierno es para pagar deuda vieja.
Esa justificación no convenció ni a los suyos, porque le han respondido con misiles desde todos los frentes.
Por ejemplo, el economista Daniel Toribio lo desmontó con una línea directa: “La deuda del Gobierno PRM-Abinader ha sido para mantener el gasto corriente, no para pagar deuda”.
Y lo peor: según él, los datos oficiales del propio Ministerio de Hacienda contradicen al Presidente.
¡Ave María Purísima! ¿En serio el mandatario dice una cosa y su propio ministerio dice otra?
El también economista Juan Ariel Jiménez fue más lejos, asegurando:
- “Es falso que el endeudamiento haya sido mayormente para pagar deuda vieja.”
- “Es falso que el Gobierno haya reducido la deuda como porcentaje del PIB.”
- “Y es falso que sea el único gobierno donde la deuda ha bajado porcentualmente.”
¡Ay, Presidente! Todo le iba bien… hasta que revoloteó las avispas. Y cuando las avispas pican, no hay repelente que valga.
Apagones, frustraciones y torpeza. Y como si fuera poco, seguimos en la oscuridad. Los apagones son el nuevo dolor nacional. La gente está al coger la loma, y la paciencia del pueblo tiene límites.
Abinader, con todo y todo, ha tenido suerte: la población ha sido demasiado pacífica ante tantas carencias. Pero la suerte no dura para siempre.
Por si faltara chispa, oficiales policiales profesionales se están quejando del mamotreto de anteproyecto de ley de la Policía Nacional que circula. Dicen que parece una mezcla dominico-colombiana, y que aprobarlo sería un puntillazo mortal para la institución.
La oposición —si es que realmente existe— no debería cargar con ese muerto, porque ese cadáver político va a heder feo. Sería un nuevo fracaso para el gobierno y una estocada para cualquier intento serio de reforma policial.
Presidente, de buenas intenciones está lleno el mundo. Pero el país necesita acción, decisión y autoridad.
La inseguridad se está tragando la República Dominicana, y si usted no aprieta el paso, el pueblo se lo va a recordar… no con palabras, sino con votos.