Por Augusto Álvarez
Recién el expresidente Leonel Fernández acusó al PRM de “cubiar” al pueblo. Y tiene razón.
Porque, dígame usted, ¿qué puede pensar el país cuando una diputada oficialista torpedea la Cesantía, ese último respiro del trabajador dominicano después de años de sudor y sacrificio?
La honorable Carmen Ligia Barceló, legisladora del PRM por Hato Mayor —y esposa del ministro de Minas—, ha dejado claro a quién sirve y a quién traiciona.
Al levantar la mano contra la Cesantía, le dio la espalda a su gente, a los hombres y mujeres que madrugan bajo el sol y el lodo para ganarse el pan.
Tal vez pronto vuelva a escucharse el eco de Narcisazo, aquel poeta rebelde, recordándonos que “el pueblo se queja en versos”, esta vez exigiendo lo que le pertenece: su Cesantía.
El Congreso está bajo el dominio del presidente y del PRM.
Entonces, diputada Barceló, ¿usted actuó en sintonía con la línea de su partido o fue su clase social la que habló más fuerte?
Cuesta entender cómo en una provincia de obreros y campesinos, alguien que debe representar sus intereses termina votando como patronal disfrazada de legisladora.
Aunque, como canta Cecilia García, “yo me imagino, yo me imagino…”
Si la Cesantía sigue siendo torpedeada por la esposa del ministro, que el Gobierno se prepare, porque el pueblo trabajador no se quedará tranquilo.
Y cuando ese pueblo despierte, no habrá decreto ni comité político que pueda contener su furia.
