El mayor crimen de SENASA no fue robar al Estado, sino las víctimas de la corrupción

Por Augusto Álvarez
La corrupción en la administración pública forma parte de nuestra cotidianidad.
Provocar la muerte de miles por falta de medicamentos a indigentes y cuasi marginados de la sociedad constituye una vergüenza para las autoridades que representan al Estado.
Resulta difícil contabilizar los muertos por falta de atención médica en los hospitales del Estado; sin embargo, hurgar en las cuentas bancarias de los cabecillas del Servicio Nacional de Salud (SENASA) ahora tomará tiempo a los investigadores de la Procuraduría General.
Naturalmente, no existen más ciegos que quienes no desean ver, pues el Partido Fuerza del Pueblo dio la alarma de la mayúscula corrupción en SENASA y pusieron al presidente a desmentir, evidentemente para tratar de seguir robándose el dinero del pueblo.
¿Se han preguntado el presidente Luis Abinader y también Santiago Hazim cuántos murieron en Cristo Rey, Guachupita, en Catanga, Los Alcarrizos y otras barriadas ahogadas por la miseria, por falta de medicinas, donde la brisita no llega?
Ahora hay que saber: ¿cómo debería el Gobierno pagar la vida de las víctimas de la corrupción en SENASA?



