En países de temperatura extrema, estudiar es la clave

Se cuenta que Albert Einstein pasó por ese trance: horas enteras dedicadas al estudio, mientras su padre lo tachaba de vago y lo echaba de la casa. Para rematar, su esposa también lo dejó… y se largó con un sueco.
Nada de eso quebró al joven obsesionado con el conocimiento. Siguió estudiando, solo, contra todo y contra todos. Y de ese empeño nació la Teoría de la Relatividad, los honores, el Nobel… y también, lamentablemente, las sombras que luego trajo la bomba atómica.
¿Y qué inteligencia tenía Einstein? Hay quienes aseguran que Marilyn Monroe lo superaba en coeficiente intelectual. Tal vez. Pero recordemos que hablamos de dos norteamericanos excepcionales: un Nobel y un símbolo sexual, cada uno genio en su propio escenario.
Escribo esto tras ver el certificado de graduación de José Beato y recordar la mezquindad de ciertos dirigentes del CDP, en quienes la “formación” no incluye un ingrediente fundamental: honestidad para juzgar a sus iguales.
Aquí, como en la vida de Einstein, muchos confunden talento con vagancia… hasta que el tiempo les explota en la cara.



