La salud mental en RD y el desasosiego de la población

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Por Román Polanco
Las autoridades sanitarias gubernamentales del país, a través del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social, deben poner cartas en el asunto en cuanto a la salud mental y el desasosiego que se vive a diario en República Dominicana.
La ciudadanía vive con una inquietud, una intranquilidad y un nerviosismo cargados de ansiedad y frustraciones que la llevan a cometer acciones que van desde vociferar de todo al conductor del entorno en un tapón, hasta la más reciente osadía de un desesperado ciudadano que intentó atracar una sucursal bancaria en Higüey completamente desarmado.
Casi a diario vemos un feminicidio, y lo que rara vez se veía: mujeres hartas de ser víctimas o abusadas física o psicológicamente, que al no aguantar más, terminan matando a sus verdugos.
Según informaciones oficiales, en el país hay una prevalencia de más de un 20 % de la población que sufre o tiene una carga significativa de trastornos mentales, que van desde ansiedad y depresión hasta esquizofrenia.
¿Y los servicios de salud? Bien, ¡gracias!
Cuando no es por la falta de cobertura —pues los seguros no incluyen la salud mental—, es por el alto costo de los servicios de esta especialidad, lo que crea un persistente problema para la sociedad y los servicios de atención primaria.
Otra dificultad es la falta de personal, pues no se cuenta con suficiente para tantos pacientes que andan día a día sin medicación por las calles dominicanas.
Todo esto ocurre con una política sobre salud mental ausente, unos veinte años después de que se promulgara una ley sobre la atención al estado mental, que data de 2006.
Hay que decirlo, porque es la realidad: el Ministerio de Salud carece —o cuenta con muy poco— de personal médico destinado al manejo de los protocolos o servicios de salud mental, como psicólogos y psiquiatras.
En cuanto a los servicios privados, las facturas están fuera del alcance de los más pobres, debido a sus altos costos.
A eso se suma la gran cantidad de personas que abusan de medicamentos psicotrópicos o drogas; esto se traduce en que cada vez hay más gente que se torna violenta o que agrava su ya maltrecho estado con la ingesta de bebidas alcohólicas.
Peor aún, a estos malos hábitos de los dominicanos se suma la falta de apoyo oficial a esos casos.
Solo hay que ver que el principal hospital psiquiátrico del país se encuentra en total abandono, con poco o casi ningún personal de salud.
Esto provoca que muchos pacientes anden deambulando sin medicación, generando una cadena de otros males.
La gran cantidad de enajenados mentales que circulan por las calles del país viven en el olvido, sin atención de sus familiares ni de las autoridades.
República Dominicana se encuentra entre los diez países de América con mayor carga de personas per cápita con daños o trastornos mentales, y ocupa el primer puesto de Centroamérica y el Caribe en términos de años de vida ajustados por discapacidad mental por cada 100 000 habitantes.
En conclusión, son muchos los ciudadanos dominicanos que son víctimas de mortalidad prematura o que viven con una salud mental precaria, según estadísticas nacionales.



