SinCategoria
Evangelio: San Lucas 7,1-1

Evangelio:
En aquel tiempo, cuando terminó Jesús de hablar a la gente, entró en Cafarnaum. Un centurión tenía enfermo, a punto de morir, a un criado, a quien estimaba mucho. Al oír hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos, para rogarle que fuera a curar a su criado.
Ellos presentándose a Jesús, le rogaban encarecidamente: «Merece que se lo concedas porque tiene afecto a nuestro pueblo y nos ha construido la sinagoga.»
Jesús se fue con ellos. No estaba lejos de la casa, cuando el centurión le envió a unos amigos a decirle: «Señor, no te molestes; no soy yo quién para que entres bajo mi techo; por eso tampoco me creí digno de venir personalmente. Dilo de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes, y le digo a uno: «ve», y va; al otro: «ven», y viene; y a mi criado: «haz esto», y lo hace.»
Al oír esto, Jesús se admiró de él, y, volviéndose a la gente que lo seguía, dijo: «Os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe.»
Y al volver a casa, los enviados encontraron al siervo sano.
Palabra del Señor.
Gloria a Ti, Señor Jesús.
MEDITACIÓN:
Salud y paz.
¡Si tuviéramos todos la fe del Centurión de este texto del Evangelio, cuánto bien habría en todas partes del mundo!
Sigue siendo tarea pendiente de nosotros, los cristianos: seguir llevando el mesaje de Jesucristo con la palabra y el testimonio, sin distinción de personas.
La conversión verdadera se expresa en buscar que los demás también conozcan a Jesucristo, y así, se salven.
No somos dignos del Señor, pero Él es quien llega hasta nosotros y nos cristifica con su misericordia sin límites, al reconocer humildemente lo pequeños que somos ante Su divina Presencia. Todos estamos llamados a cambiar el mal por el bien, nunca es tarde.
Jesucristo llega a sus vidas hoy, a través de las experiencias llenas de fe, recíbanlo en la casa de sus corazones llenos de alegría.
Sean felices, en Jesús la Virgen María.
P. Arístides Jiménez R.