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Qué sucedió en Izmir el día de la Virgen

REFLEXIONES...

 AYUDAME A SALVAR UNA VIDA 

 

 

Hola, amigos, ¿qué tal? Merhaba, arkadaslar, ¿nasilsiniz?

Como devoto de la Virgen Santísima y más aún, como buen dominicano que soy, en la advocación de la Virgen de la Altagracia, doy seguimiento en estas tierras a las actividades cristianas, las cuales son tan escasas, aprovechando cualquier oportunidad para fomentar mi fe y sembrar en los corazones de quienes se me acercan.

Sentí tristeza porque este año no podía trasladarme a Izmir y participar de la entronización de nuestra Virgen de la Altagracia en la Catedral de San Juan, pues no disponíamos de los recursos requeridos para un viaje de un fin de semana.

Me limité a orar, y aunque pedí la colaboración a alguien para cubrir tales gastos, al no recibir respuesta, decidí entonces orar desde aquí por quienes cumplirían esa misión de trasladar la Virgen.

Cómo siempre, tuve que molestar a mi jefe de la Empresa de Dios 24/7 y pedirle un avance de salario para poder cumplir tal misión: “toca el corazón de uno de tus hijos amados y predilectos para que nos apoyen en esta honorable misión de enaltecer el nombre de Tu Madre en ese lugar tan sagrado, y a ti adorada Madre, intercede ante tu Hijo Jesús, por mi petición”, lo solté y cómo Dios siempre me escucha, quedé confiado de que algo pasaría.

Un día después y por iniciativa del Embajador Elvis Alam, recibo una llamada de la embajada, para comunicarme su deseo de que yo participara en tan importante actividad, quien me hizo una invitación para mi asistencia, solo me limité a pedirle perdón al Señor por dudar de su efectividad y a darle gracias por tocar la mente y el corazón de uno de sus elegidos para apoyarnos en nuestra misión de llevar la Palabra de Dios por el mundo entero.

Conocí a Monseñor Martin Kmetec, Arzobispo de Esmirna y fraile franciscano, de Eslovenia, quien nos dio un trato muy fino y cortés, testimoniando con su bondad, buenos modales y buen corazón su ministerio, él acompañado del padre Alessandro Amprino, excelente persona, me acogieron personalmente, haciéndome sentir, como parte del clero, como un hermano más.

Tuvimos una especie de intercambio, yo le entregué una hermosa jarra de recuerdo, con la foto de la Virgen grabada, la foto de él, con su nombre y firmada por mí, el me entrego una hermosa Biblia en Turco, la cual yo no había podido encontrar.

Compartir con un grupo de 10 personas, quienes viajamos juntos, además de disfrutar de los hermosos paisajes de Izmir y de aquella extraordinaria Celebración Eucarística fue para mí una maravillosa e inolvidable experiencia.

Ver a nuestra Madre Virgen de la Altagracia, protectora de nuestro pueblo dominicano irradiar todas esas energías espirituales, con su tierna sonrisa, en aquel lugar, me llevo a derramar lágrimas de amor, quedé inmerso en profunda oración y le presentaba a quienes llegaban a mi mente, familiares y amigos.

Gracias Padre de amor, gracias, Virgen Santísima, por conducir mis pasos, escuchar siempre mis oraciones y haberme escogido para esta difícil tarea de llevar la Palabra de Dios, antes desde el altar, ahora por el mundo entero. Otra forma más de celebrar mis 40 años de diaconado.

Gracias Embajador Elvis Alam, a todo su equipo que me acogió con tanto amor, y a mi hermana de nuestra Comunidad Matilde Farach, quien desde Santo Domingo, siempre dice presente, en cada paso dado, para Glorificar al Padre.

Hasta la próxima.

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