Audio: “Tomar, alzar los ojos, bendecir, partir y dar”
REFLEXIONES...

AYUDAME A SALVAR UNA VIDA
Hola, amigos, ¿qué tal? Merhaba, arkadaslar, ¿nasilsiniz?
Leyendo las memorias de Fray Miguel de Burgos sentí la inspiración, que sus notas llenas de sabiduría divina siempre nos traen y quise llevar a ustedes en este gran día esta reflexión.
“La lectura del Génesis 14, nos muestra un culto sencillo y original, que sirve como plataforma teológica para un sentido nuevo y una actualización de la religión inaugurada por la vida de Cristo.
El hecho de que en esa ofrenda de Melquisedec no se usen animales, sino las cosas sencillas de la tierra, apunta a una dimensión ecológica y personalista. Jesús, antes de morir, ofrecerá su vida ¡tal como suena! en un poco de pan y en un poco de vino. No hacía falta más que la intención misma de entregarse, de donarse, de “pro-existir” para los demás. Con ello se alza una protesta radical contra un culto de sacrificios de animales que no lleva a ninguna parte. Es la vida de Dios y de los hombres la que tiene que estar en comunión. El ser humano se fascina ante lo divino y deja de ser humano muchas veces, pero la “comunión vital” entre Dios y la humanidad no tiene por qué esclavizarnos a un culto externo y a veces inhumano. Porque lo que es inhumano, es anti divino.
Jesús, con su vida, con sus palabras, con sus gestos, transforma una religión de culto sacrificial de animales, en una verdadera donación de vida, para introducirnos en la vida misma de Dios.
La Primera Corintios 11, nos muestra cómo la tradición del Señor es vida, y es que, el cristianismo primitivo tuvo que hacerse “recibiendo” tradiciones del Señor. Pablo, que no lo conoció personalmente, le da mucha importancia a unas pocas que ha recibido, las palabras y los gestos de la última cena. Porque el apóstol sabía lo que el Vaticano II decía, que “la Iglesia se realiza en la Eucaristía”. Todos debemos reconocer que aquella noche marcaría para siempre a los suyos. Cuando la Iglesia intentaba un camino de identidad distinto del judaísmo, serán esos gestos y esas palabras las que le ofrecerá la oportunidad de cristalizar en el misterio de comunión con su Señor y su Dios. Esta tradición “recibida”, según la mayoría de los especialistas, pertenece a Antioquía (como en Lc 22,19-20), donde los seguidores de Jesús “recibieron” por primera vez el nombre de “cristianos”.
Los gestos del Señor Jesús eran los que se hacían en cualquier comida judía; pero lo importante son las “palabras” y el sentido que Jesús pone en los gestos. Jesús, en la noche “en que iba a ser entregado”, se “entregó” él a los suyos. El término es elocuente. En los relatos de la pasión aparece frecuentemente este “entregar”. No obstante, lo verdaderamente interesante es que antes de que lo entregaran a la muerte y le quitaran la vida, él la ofreció, la entregó, la donó a los suyos en el pan y en el vino, de la forma más sencilla y asombrosa que se podía alguien imaginar.
¿Por qué se ha proclamar la muerte del Señor hasta su vuelta? ¿Para recordar la ignominia y la violencia de su muerte? ¿Para resaltar la dimensión sacrificial de nuestra redención? ¿Para qué no se olvide lo que le ha costado a Jesús la liberación de la humanidad? Muchas cosas, con los matices pertinentes, se deben considerar al respecto. Tienen el valor de la memoria “zikarón” que es un elemento antropológico imprescindible de nuestra propia historia. No hacer memoria, significa no tener historia. Y la Iglesia sabe que “nace” de la muerte de Jesús y de su resurrección. No es simplemente memoria de un muerto o de una muerte ignominiosa, o de un sacrificio terrible. Es “memoria” (zikarón) de vida, de entrega, de amor consumado, de acción profética que se adelanta al juicio y a la condena a muerte de las autoridades; es memoria de su vida entera que entrega en aquella noche con aquellos signos proféticos sin medida. Precisamente para que no se busque la vida allí donde solamente hay muerte y condena. Es, por otra parte, y, sobre todo, memoria de resurrección, porque quien se dona en la Eucaristía de la Iglesia, no es un muerto, ni repite su muerte gestualmente, sino el Resucitado.
Por otra parte, vemos como Lucas 9, ha presentado la multiplicación de los panes como una Eucaristía. En este sentido podemos hablar de que, este gesto milagroso de Jesús ya no se explica, ni se entiende, desde ciertos parámetros de lo mágico o de lo extraordinario. Los cinco verbos: “tomar, alzar los ojos, bendecir, partir y dar”, denotan el tipo de lectura que ha ofrecido a su comunidad el redactor del evangelio de Lucas. Quiere decir algo así: no se queden solamente con que Jesús hizo un milagro, algo extraordinario que rompía las leyes de la naturaleza (solamente tenían cinco panes y dos peces y eran cinco mil personas). Por tanto, ya tenemos una primera aproximación.”
Víctor Martinez piensa que toda Eucaristía celebrada en la Santa Misa debe tener acogida, debe centrarse en predicar el Reino de Dios, y debe ser curativa y liberadora de todos nuestros males.
Gracias a nuestra hermana Matilde Farach por apoyarnos una vez más, para llevar la Palabra de Dios, por el mundo entero.
Hasta la próxima.