Reflexiones: Casando y anulando
Hola amigos, ¿qué tal? Te casaste por la Iglesia enamorado, sin presión, con mutuo consentimiento, lleno de ilusiones, proyectos en común, los padres, hermanos, familiares y amigos tan felices como ustedes, la pareja ideal.
Se juraron ante el Señor que estarían juntos en las penas y las alegrías, la salud y la enfermedad, todos los días de su vida y aceptaron las palabras del Padre, el gran reto:“lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre.”
Llegaron los hijos, bendición para el hogar.
Hoy se odian, increíble, todo eso dizque era falso, hasta quieren que se reconozca la nulidad del matrimonio, sin ser nulo, pero como en este mundo ya se ve de todo, lo más seguro lo logran.
¿Qué dirá el Padre de todo esto? Cada día más entiendo aquella actitud del Padre cuando cogiendo el látigo los echó a todos de su templo, por estarlo profanando, ¡ayyyy cuando llegue de nuevo!, hasta yo llevaré mis latigazos.
Víctor Martínez piensa que debería indagarse mejor a quienes desean casarse por la Iglesia, brindándoles una preparación más intensa y extensa, que solo se debe dar permiso a quienes en verdad tienen una vida de fe, de asistencia comprobada a la comunidad, no aquellos que nunca pisan la Iglesia y ahora quieren el figureo del altar.
Al final los culpables no son ellos, sino nosotros los ministros que no asumimos con responsabilidad la situación.
Casando y anulando, del Señor nos estamos burlando.
Hasta la próxima.
