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Pregoneros sin fronteras

Honestos ciudadanos, quién sabe de qué nacionalidad, se mueven en las distintas barriadas pregonando vida, alimentos.
De pronto lucen detenerse, pero sin hacerlo, mientras alguien se aproxima a las enrejadas puertas.
El temor a la delincuencia, el miedo a un encuentro cercano con motoristas constituye, en cierto modo, un resguardo de vía.
En el rostro de cada honrado residente, se aprecia un asombro de la violencia que no discrimina. De ahí la extrema preocupación de loa vecinos.
El vendutero de color avanza y se cruza con el mensajero del colmado, pues la delincuencia forzó a la mensajería y todo llega a tu puerta.