Reflexiones: Salones de clases especiales

AYUDAME A SALVAR UNA VIDA
Hola amigos, ¿qué tal? Mis salones de clases estaban compuestos por chicos y chicas con serias dificultades para todos: sus padres, sus escuelas anteriores, sus profesores y hasta ellos mismos que se creían tan incompetentes, el único que creía en ellos y no los veía con serias dificultades era yo.
A pesar de que algunos habían sido expulsados de sus colegios por problemas conductuales y otros por bajas calificaciones, siempre había algún estudiante excelente que nos había elegido, sencillamente por ser un buen colegio, ese estudiante era mi aliado para la gran obra.
Al inicio de cada año escolar, esto se convertía en un gran reto para Víctor Martínez, el único colegio que con orgullo aceptaba a todos los estudiantes que nadie quería y a pesar de las críticas y burlas de la sociedad, me tocaba demostrarles a todos cuán valiosos eran mis muchachos y cuánta inteligencia que no se sabía valorar.
¿Cuál sería la fórmula secreta para convertir en excelentes a mis muchachos?
Tendría que escribir muchos tratados de educación para explicarme, pero dos aspectos fueron fundamentales, el primero, mi oración de cada mañana al sentarme en mi escritorio: “Señor envíame hoy la ovejita que tu quieres que yo transforme”, el segundo, recibirlos con amor, aceptándolos como eran, minimizando su pasado, sin importar lo que habían hecho, y garantizándoles que si se llevaban de mis recomendaciones los convertiría en excelentes. Oración y amor.
Hoy Padre amado debo darte gracias por los tantos frutos otorgados a la sociedad dominicana.
Hasta la próxima.