Acusaciones del Procurador caen en limbo

Por Augusto Álvarez
La sapiencia de la sotana de Baní, la aguerrida oposición del Rey León y el fino olfatear investigativo ante el procurador.
El obispo Masalles valora como una vergüenza la «investigación» del Ministerio Público, en el caso de “César El Abusador”.
Mientras en lo relativo al beisbolista Octavio Dotel y Luis Castillo, en un abrir y cerrar de ojo ¿qué dijo primero y terminó haciendo luego la PGR?
Haciendo uso de sus propios recursos, las investigaciones de El Informe, con Alicia Ortega, han hecho trizas de la Fiscalía General.
¿Tienen los investigadores de la PGR algo relativo a castigar a los implicados en los casos de la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado?
¿Tomó la PGR una decisión en torno a los terrenos del Consejo Estatal del Azúcar (CEA), en Boca Chica y San Pedro de Macorís?
En el Caso de la ONSA y la OPRET, quizás la única dificultad sea a quién culpar, pues entre bomberos no se pisan la manguera.
Es posible que, en cada caso particular, una particular intención de impunidad luzca subyacente, como en el expediente de los super tucanos, ¿quién sabría explicarlo?
Sin embargo, la creencia de engavetar los casos de sobornos, de corrupción con nuevos escándalos, no harán sembrar en el anonimato las sobrevaluaciones de Punta Catalina, así como el asqueante caso de Odebrecht.
La creencia de que el Ministerio Público se equivocó en la fabricación de un expediente, es un error, pues la idea es que no resista ni siquiera a un pasante en un tribunal.
¿Qué tendrán las autoridades bajo la manga, luego de que el huracán de César Emilio Peralta (César El Abusador) inicie su extinción en una sociedad creyente, en la cual el que tiene padrino no muere moro?
Lo cierto es que el Procurador no pega una y, dentro de un año cuando abandone el cargo, no tendrá nada, absolutamente nada que, en materia de corrupción, pueda exhibir, a menos que no se lleve, el soberano de la impunidad.