Septiembre 11, Bin Laden, terrorismo, muerte y destrucción

Por Augusto Álvarez
Nos habríamos sentido como depositando el ataúd en el mar y no en la tumba, al no referirnos a un septiembre imposible de olvidar.
El solo decir 9-11, es suficiente para recordar tragedias mayúsculas, y más desgracias.
Antes de que el fanatismo terrorista sembrara de muertes a New York y otras ciudades de Estados Unidos, el fantasma del militarismo de manufactura norteamericana, se ensañó en Chile.
El golpe militar enfiló su furia contra La Moneda (la casa de gobierno), asesinando al presidente Salvador Allende, y convirtiendo El Estadio en un depósito de cadáveres.
El general Augusto Pinochet enlutó a la población entera, al tiempo en que liquidó la nueva trova y epilogo su obra incendiando las obras de Pablo Neruda, en Isla Negra.
A la distancia histórica de lo que vivió Chile, se hace difícil ilustrar las barbaridades y asesinatos del General Pinochet y sus carabineros, pero ahí está un punto de partida para buscar en la historia.
Septiembre en EUA
Arrancando el día, algunos iniciando sus labores cotidianas, la ciudad de Nueva York se iluminó, al ser impactadas las torres gemelas en las cúpulas por dos aviones.
Así empezó la obra de un hombre quizá educado y diseñado como un cerebro del terror y la muerte, de quien se llegó a decir, parte de su formación la obtuvo en Estados Unidos.
Osama Bin Laden, sembrador de muerte en septiembre 11, del 2001, en dos estados de la Unión americana, sin excluir a su capital federal.
¿Cuántas víctimas resultaron de la acción de terrorismo del más alto nivel, a raíz de la destrucción de las torres gemelas?
Cualquier cifra se quedaría corta, al verificar el número que, por los traumas de los acontecimientos, van falleciendo en el anonimato.
Realmente la sociedad norteamericana debe ser analizada, partiendo de un antes y un después de septiembre 11, del 2001, cuando se fundieron el fanatismo y el terrorismo en un único propósito: cegar vidas.