Reflexiones: Qué cuesta la vida de un hijo

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Hola, amigos, ¿qué tal? Cada vez que veo pérdidas de jóvenes en accidentes a altas horas de la noche se me desgarra el alma, y más aún si son menores.
No puedo evitar preguntarme por qué andar en la calle a esas horas, donde está el control de esos padres, qué está pasando con nosotros los educadores, y es que no nos podemos cansar de hablar y hablar con nuestros hijos, aunque se sientan molestos, de los peligros de la calle.
Si bien es cierto que no podemos encerrarlos en cajas de cristal, que ellos crecen y hay que dejarlos volar, no es menos cierto que en su infancia y pubertad es donde tenemos que crear conciencia, predicar, educar, sembrar valores y principios cristianos para que, al crecer, ellos por sí mismos aprendan a elegir, a ser medidos, a evitar los peligros, a comportarse.
Drogas, alcohol, sexo, malas influencias, acompañadas de un vehículo a destiempo son las causas en la mayoría de las veces, de estas pérdidas.
Víctor Martínez insiste en la importancia de educar en valores a nuestros hijos, de llevarlos a actividades de crecimiento y formación, educarlos en la fe, que entiendan que no todo es comprar, tener, hacer, vamos a formarlos con carencias y conciencia.
Me apena escuchar padres decir que sus hijos no pueden asistir a actividades de crecimiento, porque tienen los fines de semana comprometidos, porque nunca hay tiempo o dinero, al final ¿que cuesta la vida de un hijo?
Hasta la próxima.