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Hablar mentiras es tarea de voceros

Ejercer el periodismo con honestidad, constituye una columna de la profesión.

Ahora la pregunta es ¿podrá ser honesto un asalariado a quien se induce a mentir?

Informes enviados desde Villa Vásquez, por subalternos y una fiscalizadora, llevaron a la Dirección Nacional de Control de Drogas, a «defender a quienes sembraron drogas», quizás para ascender.

Sin embargo, los peluqueros (conocedores de los agentes y la fiscal), se cuidaron en salud, mediante la instalación de cámaras, gracias a las cuales, hoy no son cadáveres vivientes.

Ahora, en lo que luce ser un enfrentamiento de poderes, la Procuraduría desmiente informaciones de la agencia antinarcóticos, en torno a una lujosa nave que sería de César Emilio Peralta (César El Abusador).

En las dos esquinas, del mismo equipo oficial, dos voces de la comunicación deberán defender (como asalariadas) lo que les encargaron decir. Ahí no hay espacio para la verdad ni de una ni de otra, sino de lo que interesa a las instituciones.

Cuando se ejerce el periodismo (¿también la abogacía?), los escrúpulos oscilan como un péndulo, y los padres siempre despiden a los hijos, al marchar al trabajo… «nada y que así sea».

 

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