Una aguja en el pajar

Durante un breve viaje reciente a la región Este, una señora me preguntó que si conocía un abogado honesto.
Al suponer se trataba de una broma, pues en su familia existen tres profesionales del Derecho, sonreí.
Entonces quise saber si se refería a algún jurista-funcionario o alguno en especial.
De pronto recordé el nombre de un abogado que bordeó la primera posición del Estado, que nos pareció honrado.
¿Recuerdan al doctor Emilio de los Santos? A él observamos mientras limpiaban sus zapatos, en un banco del parque Enriquillo.
Se nos extravío en el archivo mental, si ese abogado sentado en el parque Enriquillo, mientras lustraban sus zapatos, fue el mismo que bordeó la presidencia de la República.
Ahora bien, ¿resulta posible en estos tiempos ver sentado en dicho parque a un abogado en el activismo político?
En realidad, la fuente donde bebieron los profesionales de ayer (excepciones aplican), no conocieron de Odebrecht ni Punta Catalina.
Entonces, ahora se vuelve costa arriba buscar en el pantano de la corrupción, esa aguja pulcra y no manchada, aunque, sabemos está ahí.