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Delincuencia sigue azotando y desafiando al poder

Por Augusto Álvarez

La única lectura que se puede hacer, al digerir la información de que la delincuencia tocó las puertas del principal poder de fuego nacional, es exclamar ¿Es posible?

El tremendismo delincuencial revela el nombre de un lobo solitario, de nacionalidad colombiana.

Vigilar la movilidad, de tal cercanía, de la hija del usuario de la placa número…, y quizás en un abrir y cerrar de ojos, gritarle «¡entrégueme lo que sacó!», parecería algo de película.

[Si en este país se publicaran los crímenes, asaltos, despojos, robos violentos y violencia callejera, que se producen diariamente, la palabra “percepción” desapareciera del diccionario y en su lugar apareciera la frase “sálvese quien pueda”, porque la inseguridad es tan alarmante, que ni encerrado en su casa, usted está seguro.]

Con información de un bochornoso acto del actual nivel de delincuencia, qué Fiscalía (sin concretizar), posiblemente por el peso del paquete, se limitó a revelar la envoltura… ¡amén!

Existió un anuncio, donde se decía que no era ámbar la botella… pero la cantidad de dinero que habría realizado el retiro de la entidad bancaria ¿cómo se enteró el maleante, por un chepazo o soplazo?

El parentesco de la víctima, como rama del principal poder de fuego, resulta más que suficiente para que nada quede en el anonimato, aunque la discrecionalidad se mantenga, en lo que tiene que ver con la víctima.

¿Todavía se mantiene el criterio entre las autoridades de que la delincuencia «es una percepción?

 

 

 

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