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De la CIA al Pentágono y el presidente

Por Augusto Álvarez

El accionar de los servicios de alto espionaje, como la Agencia Central de Inteligencia (CIA), para asuntos políticos fuera de las fronteras norteamericanas, asume niveles diferentes.

Los sabuesos superentrenados, se mueven como sombras en las distintas estructuras de las administraciones políticas de las naciones y almacenan informaciones que envían a su gobierno.

Si se trata de un gobierno hostil, el Pentágono arma el gobierno, y el presidente ordena el que hacer, en cambio, si se trata de un ciudadano que ha desafiado al imperio, la caza queda a cargo de un comando ejecutor, y entre las autoridades locales y la prensa, ahí se termina.

Sin embargo, como se titula una película hasta los dioses se equivocan, y tal parece haber sucedido en el caso del general Qasem Soleimani, a juzgar por lo dicho por el Pentágono, y hasta un cierto recular del presidente Donald Trump.

En materia de drogas, más allá de las fronteras de Estados Unidos, la DEA es ley, batuta y constitución, y su forma de pactar, con la libre que apresa, ninguna autoridad la cuestiona.

La caída en picada de la discutible popularidad de Donald Trump, dentro y fuera de Estados Unidos, casi bordeando los senderos de Nixon y su Watergate, pendió del error iraní al tumbar el avión ucraniano.

¿Que el bombardeo de Estados Unidos donde murió el general Soleimani formó parte de la estrategia electoral que busca la reelección de Trump?

Tal vez  el mandatario considere actuó bien, pero ¿Nancy Pelosi y la cámara de Representantes?

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