EDITORIAL: ¡Bienvenido, Señor Presidente!

Hoy, julio 6, nos inclinamos reverentemente para darle la bienvenida a Luis Abinader, como Presidente electo de nuestra Nación.
Ayer, junio 5, el pueblo votó por un cambio.
Nuestro pueblo estaba harto de los abusos, de la prepotencia, de la arrogancia con que actúan nuestras autoridades.
Nuestro país trillaba por un camino peligroso, lleno de podredumbres, de robos, corrupción, impunidad y represión.
La República Dominicana trillaba hacia un futuro tenebroso, donde la violencia, los crímenes, los asaltos y la inseguridad afloran por doquier.
Nuestro país estaba desesperado. Desesperado porque sus ministros, directores y otros funcionarios del Estado, olvidaron que estaban para servir al pueblo, no para servirse del Estado.
Nuestro país estaba harto de que nuestras autoridades actuaban como buitres, maltratando, humillando y abusando de un pueblo que ya no soporta una nueva dictadura.
Gracias a Dios, que pudo iluminar la mente de los dominicanos, para no permitir, en esta ocasión, dejarse engañar por quienes pensaban que, con regalitos enlodados, sucios de sangre y de corrupción, podrían atentar contra una débil democracia, que se estaba tambaleando.
¡Ganó la democracia!
¡Ganó nuestro país!
¡Bienvenido, Presidente Luis Abinader! El futuro de nuestra Nación está en sus manos.