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El PRM, la corrupción congresional y consular

Por  Augusto Álvarez

El servicio exterior, en especial, el consular, constituye una ofensa a la dignidad de un pueblo en donde florece la miseria.

Se ha dicho en varias ocasiones que en la nómina del Consulado de Nueva York, resulta difícil distinguir entrar los usuarios de servicios, y las botellas viceconsulares.

El desorden de los salarios, en estos momentos en que la economía ha recibidos golpes terribles de la pandemia, no resiste seguir siendo víctima del parasitismo político.

Existe un número de tope, un no queremos más en los consulados. ¿Cuál es el diario quehacer de tres docenas de vicecónsules cobrando en dólares?

¿Los legisladores trabajan gratis?

La historia del barrilito, de regalar a los legisladores para que a su vez, regalen a quienes votaron por ellos «para las habichuelas con dulces y hasta una receta, seguirá en el nuevo Congreso?

Se supone que de los beneficios  colaterales de los legisladores (imaginen, usen la cabeza y piensan) ellos pueden dejar caer migajas, evitando sangrar al Estado.

El nuevo congreso tendrá que iniciar por su propio poder de Estado, a limpiar todo lo que huela a maleado, y es que desea romper con los remanentes de lo pueda dejar entrever signos corruptos.

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