REFLEXIONES: Un ciego que pudo ver
AYUDAME A SALVAR UNA VIDA
Hola amigos, ¿qué tal? Una mañana de domingo sentado en el parque Colón con mi gran amigo Juan Batlle le pregunté, qué se sentía devolver la vista a un ciego, pues son innumerables los no videntes, que, a través del excelente ejercicio de su profesión, a Dios gracias, han vuelto a ver, él me respondió: «me gustaría que tu le preguntara a uno de ellos, qué se siente poder ver.»
Fue entonces cuando en una de las actividades de la Fundación Centro Láser, tuve la oportunidad de conversar ampliamente con uno de los chicos operados y que han logrado recuperar su visión. (Por cierto, ya es hora de que seamos donantes, ¿Qué nos cuesta, al partir de este mundo, permitir que una persona pueda ver? Si quieres ser donante llámame.)
Ese diálogo fue para mí fue un retiro espiritual, y he traído este tema porque el libro de Jeremías 31, en la lectura de hoy nos ofrece un grito de alegría, con la promesa de que el Señor ha venido a conducirnos por torrentes de agua, trayéndonos la salvación, para liberarnos de la ceguera espiritual.
Nos lo reafirma el salmo 125 de hoy, cuando nos dice que: “El Señor ha estado grande con nosotros y debemos estar alegres, pues Él va a cambiar nuestra suerte”.
Es entonces cuando el Evangelio de san Marcos 10, nos habla del ciego Bartimeo, quien, con aquella profunda e intensa fe, llama insistentemente al Señor, para pedirle su vista, y así fue, “tu fe te ha salvado”.
Hoy conecto con el ciego de Juan Batlle, quien al darme su testimonio me decía de los tantos ciegos del alma, que no quieren ver la grandeza de Dios y que lo niegan, todos esos son más ciegos y están más en desventaja que los no videntes.
Es que Víctor Martínez vive pendiente de cada situación y persona con quien comparto, por estar convencido de que Dios está obrando siempre en mí, para poder cumplir con mi misión, iluminando siempre mi camino para que mi ceguera espiritual no me traicione con el pecado.
Hasta la próxima.
