Reflexiones: Confesarme yo?

“Ayúdame a salvar una vida”
Hola amigos, ¿qué tal? ¿Confesarme yo? Expresan muchos por considerar que confesar sus pecados, intimidades, miserias, a un hombre igual o peor que ellos no le hace sentido.
La confesión, reconciliación o penitencia, es un sacramento instituido por Jesús, como condición para ser perdonado por el Padre; diversos pasajes de la Biblia nos lo explica, por ejemplo, el Evangelio de San Juan de hoy nos dice que en su aparición a los apóstoles una de las misiones que le encomendó fue la de perdonar pecados: “Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Reciban el Espíritu Santo; a quienes les perdonen los pecados, quedan perdonados; a quienes se los retengan, les quedan retenidos.» Considerando claro, que debe haber en el ser humano un verdadero arrepentimiento, la intención de no volver a pecar y una actitud positiva de rectificar, cumpliendo con la penitencia asignada.
Sólo Dios perdona los pecados (Mc 2,7). Porque Jesús es el Hijo de Dios, dice de sí mismo: «El Hijo del hombre tiene poder de perdonar los pecados en la tierra» (Mc 2,10) y ejerce ese poder divino: «Tus pecados están perdonados» (Mc 2,5; Lc 7,48). Más aún, en virtud de su autoridad divina, Jesús confiere este poder a los hombres (Jn 20,21-23) para que lo ejerzan en su nombre, por los siglos de los siglos.
Víctor Martínez considera que no sería justo que se salvaran solo los que vivieron en tiempos de Jesús, por eso traspasa esa autoridad a los Apóstoles llegando al sacerdocio.
Hasta la próxima