Diciembre de alegría y tragedia

Resulta en extremo difícil escribir un recuerdo doloroso que afecte a un compañero, más cuando se repite en la misma fecha, nos obliga a preguntar ¿Señor, por qué a mí?
El pasado viernes, la capacidad para resistirse a morir de la madre de Claudia Fernández, cedió, quizás por mudos susurros de un nieto, que reclamaba compañía.
Desde el día, quizás de meses antes, el Colegio Dominicano de Periodistas, había programado su actividad anual, y según se estila, el mundo siguió girando, pese al dolor de muchos.
Pese al dolor que origina la partida de un ser especial, como lo es una madre, cuando la longevidad nos convierte en dependiente de las salas de los hospitales, entonces lo mejor es preparase para el final.
[RELAMPAGO INFORMATIVO se une al dolor que embarga a la familia de nuestra compañera y directora de este digital, Claudia Fernández, pidiéndole a Nuestro Señor Jesucristo, que la reciba y resguarde su espíritu, perdonándole sus pecados y dándole paz eterna.]
El recorrido hacia la Necrópolis fue demasiado corto, si se la compara con la madre de la comunicadora, quien su apego a la vida se extendió en el tiempo.
Ahí estaban los unos y los demás, expresando la solidaridad, más que a la comunicador, a la compañera que pasó por la profesión, tal y como lo hizo Mujica al dejar la presidencia de Uruguay.
El cerco de enfermedades terminales, se fue estrechando y en un último descuido, se presentó la muerte.
Lágrimas de rigor, pues el final había sido previsto, de ahí el residual cara a cara de quienes ahora se preguntan ¿Señor, por qué a ella?
Años han pasados, pero un recuerdo gravita en la memoria de Claudia Fernández: un diciembre, 24, la muerte se llevó al hijo ¿Ironía del destino?