REFLEXIONES: Preparemos un lugar al Niño Dios

AYÚDAME A SALVAR UNA VIDA
Hola, amigos, ¿qué tal? Una de las formas por excelencia para permitir que Dios nazca en nuestros corazones y nos traiga la paz que tanto necesitamos es evitar ofenderlo y actuar conforme a sus mandatos, sabemos que ofendemos a Dios con el pecado, atraídos por el placer. El placer obtenido por las sensaciones táctiles y percepciones es difícil de controlar y nos puede llevar a la lujuria.
Con la lujuria expresamos nuestro propio egoísmo, se trata de una tentación que dura tanto como la vida misma. Es la búsqueda codiciosa y desordenada del placer corporal, y es la causa de los actos impuros condenados por el Señor. Es un deseo desordenado de goce excesivo de placer sexual. El placer sexual es moralmente desordenado cuando es buscado por sí mismo, separado de las finalidades de procreación y de unión.
Cuando se busca el placer carnal, la unión del acto sexual sin fin, cuando se desea la convivencia sin responsabilidad ni compromiso, se facilita el divorcio, cuando se genera una convivencia ilícita, se convierte en impureza olvidando que «el sexo» no es sólo el disfrute, sino que implica afecto, exclusividad, compañerismo, bondad, escucha, sensibilidad, comprensión, verdadero amor.
Víctor Martínez recomienda vivir la castidad, la sexualidad según el proyecto de Dios y tener en el corazón un amor grande que nos haga mirar las cosas y a las personas con la mirada pura de Dios.
De esta manera evitamos cometer actos impuros, y estaremos preparándole al Niño Dios una morada digna en nuestro corazón.
Hasta la próxima.