REFLEXIONES: Cómo ser santos

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Hola, amigos, ¿qué tal? ¿Cómo ser santo?, muérete, pues solo así alcanzarás la plena santidad, después de pulgar tus pecados y tal vez hasta de pasar unos siglos en el infierno purificándote.
Parezco cruel ¿verdad? Y es que, aunque estamos llamados a ser santos, el único verdaderamente santo es el Señor, aquí en la tierra nadie debe llamarse santo, pues todos somos pecadores y a veces muy pecadores.
Nos dice 2 Corintios 7:1 “Como tenemos estas promesas, queridos hermanos, purifiquémonos de todo lo que contamina el cuerpo y el espíritu, para completar en el temor de Dios la obra de nuestra santificación.” Lo que significa que iniciamos nuestra obra de santificación, aquí en la tierra, pero la completaremos en Dios, o sea en el respeto, admiración y sumisión a Dios y su voluntad.
En ese sentido, muchos religiosos «temen» al Juicio Final, al infierno o la omnipotencia de Dios, pero no dejan de ser pecadores, pues es parte de nuestra naturaleza humana, contra la cual hay que luchar, creciendo, madurando, renunciando, purificándonos y manteniéndonos apegados a lo que Dios manda.
Dejemos por tanto de estar criticando a los demás y señalándole sus pecados, ¿quién eres tú para juzgar a tu hermano?, recuerda tu viga del ojo en vez de estar viendo la pajita del ojo ajeno.
Víctor Martínez, hombre pecador, que se ha pasado la vida luchando por su santidad, ha tenido que humillarse muchas veces ante Dios y reconocerse como el peor de los hombres, para poder disfrutar de su perdón y de su amor.
Hasta la próxima.




