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Covid-19 azota a la mayoría, pero beneficia a una minoría

SANTO DOMINGO, R.D.

Los casos positivos de COVID-19 están alarmando a la población que, sin embargo, no reacciona.

En horas de la noche y, desde diferentes lugares del país, surgen quejas de las violaciones al toque de queda.

Las personas, conscientes del peligro que representa COVID-19, para un país, cuyas autoridades han rechazado la colaboración de la oposición política, están preocupadas por el futuro de la nación.

El sistema de sanidad ha colapsado en República Dominicana, donde las pruebas de PCR, para detectar la presencia de COVID-19, están como las muelas de las gallinas.

Hay personas que han muerto esperando que le hagan la prueba de PCR y otros llevan más de un mes esperándola, recuperándose de la pandemia, por obra y gracia del Espiritusanto.

¿Pero, qué otra cosa se puede esperar de las autoridades de Salud Pública, que no escuchan a los gremios médicos ni las sugerencias hechas por expertos en epidemiología?

¿Qué se puede esperar de un gobierno, cuyo Presidente haya proclamado que la pandemia de COVID-19 beneficia a su partido?

Y esa afirmación la hizo el presidente Danilo Medina, en momento en que en el país miles estaban contagiados del coronavirus y cientos, ya habían fallecido.

Desde luego, COVID-19 fue utilizado por el gobierno y su partido, para tratar de sacar ventajas electorales, pero, fracasaron.

El propio ministro de Salud Pública, Rafael Sánchez Cárdenas, se cansó de criticar las actuaciones de la oposición, tratando de sacarle ventajas políticos, como en el caso del peregrino de Puerto Plata, donde su cacareo, no dio los resultados esperados. Allí, fracasaron.

El ministrito de Salud Pública dejó de ser un científico para convertirse en un rabioso fanático político que, en ocasiones, se abstenía hasta de mencionar el nombre del principal candidato opositor, hoy presidente electo, y se hacía de la vista gorda ante las aglomeraciones provocadas por su candidato, dando galones de gas licuado de petróleo y salami a cambio de lograr el voto de los beneficiarios.

Este ministro fue tan cínico que se le olvidó, que era un funcionario y se hacía acompañar de activista de su partido en sus intervenciones en barrios, actividades que se propagaba eran para evitar la propagación de COVID-19, cuando en el fondo, eran para tratar de fortalecer a su candidato.

Los beneficios económicos obtenidos por algunos funcionarios y amigos de funcionarios, a través de alegadas licitaciones, algunas desautorizadas, por estar cargadas de “irregularidades”, son un ejemplo de corrupción flagrante.

Pero desautorizada por cuando estalla el escándalo a través de los medios de prensa.

Aquí se llegó a cotizar en más de 1000 pesos una mascarilla que costaba menos de 300 pesos. En china a eso le llaman robo. Aquí, ¿qué responde el ministro?

La pandemia de COVID-19 debe enviar a la cárcel, a quienes quisieron pescar en río revuelto.

Y lo más triste, no se han tomado medidas drásticas para frenar esta pandemia que ya a costado más de mil muertos y más de 64 mil contagiados.

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