REFLEXIONES: Con el tiempo aprendí

  AYUDAME A SALVAR UNA VIDA  

Hola amigos, ¿qué tal? Con el tiempo aprendí, que no debemos desenfocarnos de nuestros objetivos por que otros quieran.

Con el tiempo aprendí a ser paciente y comprender que todo acontece en el tiempo de Dios.

Con el tiempo aprendí a ver más allá, a escuchar con atención y callar cuando no me toca hablar.

Con el tiempo aprendí a no alterarme por nada, ni nadie, a llevar mi propio ritmo y a entender que en la vida todo pasa.

Con el tiempo aprendí a valorar las cosas pequeñas, los detalles y a disfrutar todo lo que el Padre nos regala a diario a través de la naturaleza.

Con el tiempo aprendí que todo cae por su propio peso y que las situaciones por conflictivas que luzcan, siempre vuelven a su lugar.

Con el tiempo aprendí que quien no me quiere hoy, me querrá mañana.

Con el tiempo aprendí a perdonar, a olvidar, a soltar, a cerrar puertas y liberar sentimientos negativos.

Con el tiempo aprendí que todo el que se me cruza en el camino, no es por coincidencia, ha sido el Señor que me lo está presentando por alguna razón, por eso de inmediato oro por la persona.

Con el tiempo aprendí que uno no termina de aprender y que mientras más humilde eres, más sabiduría divina tendrás.

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Con el tiempo aprendí a guardar silencio en medio de las conversaciones de los más jóvenes, no solo aprendo de ellos, si no que puedo observar cuánta falta les hace la presencia de Dios en sus corazones.

Con el tiempo aprendí a querer a todo el mundo, a extender mi mano amiga a todos, a ayudar a todo el que pueda y a hacer felices a los demás.

Con el tiempo aprendí cuán equivocado estaba en mi forma de orar, de conectar con Dios, de llevar mi religión, logrando entender que Él está en mi interior, no fuera de mí, y que desde ahí el Espíritu Santo obra en mí, llenándome de sus dones, de su luz, de su gracia, de sus energías divinas, para poder transmitir a quienes me rodean el mensaje de amor y de paz que tanto estamos necesitando en estos tiempos.

Con el tiempo aprendí a decir, Dios te bendiga y hasta la próxima.