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REFLEXIONES: El juego del calamar

 AYUDAME A SALVAR UNA VIDA 

 

 

Hola amigos, ¿qué tal? He tenido que aprender a verlo todo, sobre todo si me lo comentan los adolescentes, pues vivir la experiencia con ellos me ayuda luego a orientarlos mejor y enseñarlos a ser analíticos filtrando lo que deben guardar en sus mentes.

Martin Smud, escribió un interesante artículo: “La naturaleza del juego del calamar”, dando una mirada desde el psicoanálisis sobre la serie que retrata la condición humana en el capitalismo salvaje. He querido hoy compartir mi parecer al respecto:

Esta famosa serie que me obligó a participar del juego como espectador, que me atrapó cómodamente sentado, para disfrutar de la experiencia del exterminio, como si fuera un juego infantil, me llevó a ver lo macabro, la perversidad, la muerte, como algo simple, sencillo y divertido (enfoque peligroso para nuestros muchachos).

Pienso que este tipo de series deben ser prohibidas para menores, pues, aunque luce como una simple serie de ficción, está minimizando las escenas crueles que al final sí representan la realidad humana, con una tendencia a plantear la obediencia a la autoridad sin importar a donde te lleve ni que tan negativa sea, como lo es, matar para obedecer la autoridad. (Cosa muy común en los video juegos de nuestros hijos).

Considero que es esta una serie sádica, donde sentir lástima es cruel, donde la represión es presentada como parte de la vida.

 

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Víctor Martínez piensa que al final ha dejado un mensaje en la mente de nuestros muchachos muy negativo, “cuando la asechanza del mal, las situaciones traumáticas, de una sociedad expulsiva propicia el “sálvese quien pueda”, la ley del más fuerte, la matanza indiscriminada, la falta de solidaridad, es lo que vale”.

Definitivamente que este tipo de series deja en el subconsciente de nuestros muchachos grabados actitudes de violencia, agresividad, maldad, antivalores que se irán reflejando en el tiempo, con los mismos padres o en su convivencia con los amigos e irá marcando un patrón de conducta bien inapropiado y desagradable.

¿Qué será de nuestros muchachos si los seguimos educando en un mundo de competencias permanentes, sin solidaridad, sin amor al prójimo, aislados, fomentándoles un yoismo que los hace sentirse como dioses y con derechos a que hay que dárselo todo y resolvérselo todo, sin control de lo que ven, ni las horas que se pasan frente a la pantalla chica?

Ojalá padres que me escuchan, se lleven de lo que nos dice la Palabra de Dios en Deuteronomio 6: “Apréndete de memoria todas las enseñanzas que hoy te he dado, y repítelas a tus hijos a todas horas y en todo lugar: cuando estés en tu casa o en el camino, y cuando te levantes o cuando te acuestes”

Hasta la próxima.

 

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