REFLEXIONES: Llorando por nuestros hijos

AYUDAME A SALVAR UNA VIDA
Hola amigos, ¿qué tal? Los padres deben preocuparse, en estos tiempos, más que nunca por sus hijos adolescentes y no voy a decir por qué, voy a apelar a la inteligencia de ustedes, a la intuición natural de padres y al amor único que hacia ellos deben sentir, para que descubran por qué me expreso así.
No permitan que la prisa con la que estamos viviendo, el afán de lucro, la productividad y los problemas que siempre han existido, los lleven a ser indiferentes con sus hijos, a preferir que estén en las habitaciones encerrados, frente a la pantalla chica, con los mejores equipos que ustedes les han proporcionado para quitárselos de arriba y complacerlos en todo.
Ellos saben lo que se mueve y en su mundo de soledad, el adolescente se refugia en todo lo que les llega por internet, aquí se fortalecen las mejores relaciones de amistad, según ellos, incluso internacionales, con personas que ellos no conocen y sin embargo tienen meses convenciéndolos de que la mejor opción es ser gay, como me cuentan ellos al considerar esa opción, como la mejor.
Ya Dios no existe, tengo mi grupo satánico al que pertenezco y le soy fiel, el mundo ha cambiado y todo es diferente, expresan orgullosos algunos.
Todos son bisexuales y ya tienen experiencias sexuales con unos y con otros, incluso en tríos, es lo mejor, según ellos y siempre se la buscan, sino en el baño del colegio, en las escaleras del edificio, en el cine, el día que me quede a dormir en casa de mi amiga o cuando me dejaron en la fiesta.
Ahora tenemos hasta una disco para menores, a quienes las autoridades ignoran, a pesar de las barbaridades que ocurren.
Víctor Martínez se ha pasado la vida lidiando con todo esto, pero como los padres no quieren saber de Dios y muchos lo han acomodado a sus criterios muy particulares, ya nada es nada, los valores apenas son mencionados en algunos hogares y colegios, mientras, el vacío que sienten nuestros muchachos los lleva a buscar el camino errado y frente a la desorientación, la desesperanza y la falta de amor, terminan como todos sabemos.
No lloremos luego, por no poner atención a nuestros hijos. Dios apiádate de ellos.
Hasta la próxima.