REFLEXIONES: Padres inolvidables

AYDAME A SALVAR UNA VIDA
Hola amigos, ¿qué tal? Pienso que todos los padres son inolvidables, unos por que sembraron hermosos valores en nosotros, otros por irresponsables, pero al final todos dejan siempre grandes huellas en sus hijos.
Ayer recordaba al mío, crecí al lado de un padre que al partir para su trabajo nunca sabía si lo volvería a ver, pues era piloto aviador, en aquella época de Dominicana de Aviación, siendo el primer dominicano entrenado para volar un Jet; entre avionetas de fumigaciones, aviones de pasajeros, de cargas, de una compañía a otra se pasó la vida.
Una vez, estando niño, me trajo un helicóptero, juguete que tanto me gustaba, jamás olvidaré que, jugando en un sitio, unos niños de la calle se acercaron a disfrutar viéndome con aquel extraordinario juguete, se le salían los ojos y la sonrisa era maravillosa, mi padre se acerca y me pide regalarles el juguete a aquellos niños, yo pasmado, tembloroso y con una mezcla de sentimientos encontrados, como era tan obediente, lo complací.
Días más tarde, me trajo otro helicóptero mejor, ¿enseñanza? desde muy pequeño, aprendí a dar, a desprenderme de lo que sea, a compartir, pero siempre tratando de hacer feliz al prójimo.
Unas navidades llega de Miami con ropas, zapatos, juegos, ya en la tardecita del 24 de diciembre sale y se aparece con dos niños de la calle, en condiciones de pobreza impresionante, los mete al baño, a quitarse todo el sucio que traían, los viste, les calza los pies con costosos tenis, les entrega dos fundas de juguetes y los despacha para sus casas, yo muy pequeño solo observaba en silencio, ¿enseñanza? Se educa con el ejemplo.
Así era mi padre, me enseñó que dando es como recibimos, que perdonando es como Dios nos perdona y que muriendo es como nacemos a la vida eterna, pasando a la otra dimensión, para continuar cumpliendo con la misión que el Creador nos asignará.
Se me fue con apenas 60 años, pero me dejó grandes enseñanzas de amor, de fe, de perseverancia, de entrega al prójimo, de que todo lo que me proponga lo podré alcanzar y claro está, de que podía ser el hombre más feliz del mundo.
Dios te bendiga Miguel Ángel, a ti y a todos los buenos padres.
Hasta la próxima.