REFLEXIONES: Dios no desprecia a nadie
AYUDAME A SALVAR UNA VIDA
Hola, amigos, ¿qué tal? Ayer cuando caminábamos, me dijiste que te sentías vacío, que a ti Dios no te escucha, que tú no lo encuentras, que te sientes rechazado, despreciado, por los demás.
Hoy te invito a hacer un alto en el camino, échate a un lado, ignora todo lo que te rodea y en voz alta repite conmigo:
“Un corazón quebrantado y humillado, tú, Dios mío, no lo desprecias, misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado.
Oh, Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme. No me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. Los sacrificios no te satisfacen: si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. El sacrificio agradable a Dios es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado,
tú, oh, Dios, tú no lo desprecias.”
Es este el salmo 50, con esta oración tu estas preparando el terreno, para escuchar la voz del Padre que responderá a tus necesidades, pero es importante un arrepentimiento sincero, que limpies tu alma y tu corazón, para que el Espíritu Santo te inunde con su gracia, y la luz divina te fortalezca, llenándote de paz y sintiéndote amado y comprendido.
Víctor Martínez desea que tú continúes tu caminata junto a mí, venciendo los obstáculos que, en ocasiones, no nos dejaban vislumbrar la gracia y la presencia de Dios en nuestras vidas.
Hoy, a pesar de cómo te sientes, sonríe a todos y sé amable y amoroso, como testimonio de tu calidad humana y tu grandeza.
Hasta la próxima.



