Bandas terroristas en Haití y un zar antiterrorista en RD
Por Augusto Álvarez
La reciente designación de un zar antiterrorista por parte del presidente Luis Abinader es un claro reflejo de la creciente interconexión de los temas de seguridad en el contexto regional e internacional.
Tras la decisión de la administración de Donald Trump de declarar a las principales bandas criminales de Haití como grupos terroristas transnacionales, muchos ven en la acción del gobierno dominicano una jugada estratégica que responde al nuevo reordenamiento en el tablero de seguridad del «Tío Sam».
En ese marco, emerge la figura del general piloto Jonás Reynoso, un militar con formación en economía y con una hoja de vida marcada por la investigación y la inteligencia. Su misión: anticipar y neutralizar cualquier amenaza que huela a terrorismo en suelo dominicano.
Antes de esta designación, se supone que el Departamento Nacional de Investigaciones (DNI) ya debía tener entre sus responsabilidades tareas similares. Ahora, con la creación de esta figura especial, cabe preguntarse si hubo falencias previas que justifican este nuevo rol.
¿Habría podido evitar el general Reynoso —de haber estado en funciones— el trasiego de colombianos y armas implicados en el magnicidio del presidente haitiano Jovenel Moïse?
La clave de este nuevo enfoque está en la prevención, en el desarrollo de un olfato estratégico capaz de anticiparse a los movimientos de estructuras criminales con vínculos internacionales.
Los miembros de esta nueva Fuerza Antiterrorista serán seleccionados por el propio zar, bajo estrictos criterios de mérito, formación y experiencia. Según fuentes oficiales, recibirán entrenamiento especializado en Estados Unidos e Israel.
Frente a este nuevo escenario regional, surge una pregunta inevitable: ¿Se atreverán las pandillas haitianas, ahora catalogadas como terroristas, a probar suerte cruzando la frontera hacia República Dominicana?



