Derechos Humanos y Cámara de Cuentas: Ni cómplices ni espectadores

Los activistas no solo denuncian abusos, también enfrentan la corrupción institucional
Los activistas de los Derechos Humanos no somos adornos sociales ni espectadores pasivos. Somos facilitadores, acompañantes, defensores y garantes de los derechos fundamentales de las personas.
Pero además, como ciudadanos responsables, tenemos el deber de vigilar el buen funcionamiento de las instituciones públicas.
Una de las más importantes en la lucha contra la corrupción es, sin duda, la Cámara de Cuentas, cuya misión es auditar las instituciones del Estado y suministrar esos informes tanto al Poder Ejecutivo como al Judicial.
Sin embargo, se conocen casos donde, después de realizadas las auditorías y detectadas graves irregularidades, los resultados son utilizados como moneda de cambio para negociar y silenciar verdades.
Una práctica perversa que convierte la fiscalización en chantaje y la transparencia en una farsa.
No tenemos evidencia de que la anterior Cámara de Cuentas haya incurrido en ese tipo de corruptela, pero lo que sí sabemos con certeza es que no produjeron auditorías conocidas, ni cumplieron con su rol de fiscalización efectiva. En pocas palabras, cobraban como reyes sin hacer el trabajo, disfrutando de privilegios pagados por el pueblo.
Por eso, hoy hemos depositado formalmente una denuncia en la Procuraduría General de la República, y lo anunciamos públicamente, de cara al pueblo dominicano. Porque solo con la participación activa de la ciudadanía lograremos sentar precedentes reales en la lucha contra la impunidad.
Combatir la corrupción y el robo del erario es también parte de nuestro compromiso con los derechos humanos. Porque no hay dignidad ni libertad donde reinan la complicidad, el silencio y el saqueo.





