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La costumbre en Perú, de la Presidencia a la prisión


Por Augusto Álvarez

Algunas naciones hispanohablantes saben bien cómo se le entra el agua al coco. En Perú, el Ministerio Público actúa sin mirar jerarquías —salvo cuando se trata de los generales que quitan y ponen presidentes—, y la señora Dina Boluarte lo sabe muy bien.

Solo un expresidente logró evadir la prisión: Alan García, quien prefirió suicidarse antes que ser apresado.

¿Cuántos expresidentes guardan prisión en Perú? Varios. Entre ellos, Ollanta Humala y otros dos beneficiarios directos de la generosidad de Odebrecht.

Ignoramos de dónde nace el poder real de los fiscales peruanos, pero lo cierto es que en otras naciones latinoamericanas no suele verse algo similar. Por ejemplo, en Ecuador, el expresidente Abdalá Bucaram huyó con tanta prisa que se llevó hasta las miradas de sus propios electores.

Mientras tanto, en la ingobernable Haití, cruzar la frontera común sin pagar peaje —o con peajes especiales, según versiones— ha sido práctica habitual de sus jefes de Estado, dejando a sus pueblos hundidos en la más espantosa miseria.

Existe un secreto a voces: el dictador Rafael Leónidas Trujillo habría cobrado “peajes especiales” a varios mandatarios, en particular a Marcos Pérez Jiménez y a Juan Domingo Perón. ¿También a figuras haitianas?

Tras la caída de Jean-Claude Duvalier, se comenta que varios altos funcionarios huyeron con las mochilas llenas y vinieron a establecerse en República Dominicana… ¿con apoyo oficial?

Como se puede apreciar, en Perú el largo brazo de la Fiscalía no conoce fronteras. Y con el respaldo del gendarme internacional, siempre hay un calabozo esperándolos a la vuelta.

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