¿Quiénes claman por la destrucción de Ucrania?

La pregunta no es gratuita ni provocadora: tiene fundamento y lógica, especialmente a la luz de los recientes ataques ucranianos contra el aeropuerto de Moscú.
Naturalmente, usted —como la mayoría de quienes siguen el conflicto entre Rusia y Ucrania— puede anticipar cuál sería la respuesta del Kremlin ante una incursión directa en el corazón de su capital.
No se trata solo de un acto simbólico: se interpreta como una provocación directa que difícilmente quedará sin represalias.
En Kiev, se percibe una inusual actividad militar. Algunos observadores interpretan esta movilización como una medida preventiva, ante la posibilidad de un contraataque ruso a gran escala.
Al mismo tiempo, han surgido versiones que apuntan a la integración de jóvenes polacos y rumanos en las filas del ejército ucraniano. Estos serían enviados rápidamente al frente, para enfrentar a las tropas de la Federación Rusa. ¿Qué motivaciones hay detrás de este movimiento? ¿Hasta dónde están dispuestos a involucrarse estos países?
La gran incógnita ahora es: ¿Qué espera la administración Zelenski que ocurra tras el ataque a un objetivo estratégico en Moscú? ¿Qué represalia podría caer sobre Kiev?
La respuesta rusa no se ha hecho esperar del todo. Desde el Kremlin se ha denunciado que en Rumanía y Polonia se estarían almacenando misiles Tomahawk. Y con ello ha surgido una advertencia apenas velada: si se cruza cierta línea, las consecuencias serán graves.
Así es el lenguaje de quienes hacen la guerra: directo, amenazante y, muchas veces, definitivo.



