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La PN está de capa caída… nada bueno se vislumbra en el futuro

¡Cógelo, Picante! ¡Macos y culebras en la uniformada! Suenan para jefe generales con pasados turbios

 

Buenos días…

¡Cógelo, Picante!En los pasillos policiales ya se siente el ruido de cambios, pero el presidente Luis Abinader parece mirar para otro lado. Prefiere sostener a los altos mandos, aunque el pueblo sufra las consecuencias y la uniformada se hunda entre corrupción, abusos policiales y una inseguridad que camina a sus anchas.

Y ojo a los nombres que más suenan para dirigir la PN.

  • El subdirector general de la Policía. Sí, el mismo que cargaba armas a oficiales retirados de manera forzosa. Y además, todavía no explica por qué lo votaron de una empresa de cemento en Santiago (y no fue por nada bueno). Ahora es promovido por una hermana del presidente Abinader.
  • El inspector general de la Policía. El mismo que estuvo metido hasta el cuello en irregularidades cuando era subdirector administrativo y financiero del Hospital de la Policía. Tenemos las auditorías que revelan el desfalco. Es impulsado por un hermano del presidente Abinader.
  • El ex subdirector general de la Policía. Que también fue director del IPE y hay una auditoría que destapa irregularidades millonarias en su gestión.  Su promoción es apoyada por el ministro Administrativo de la Presidencia, Andrés Bautista, según sus propios allegados. Y esa auditoría, también la tenemos.
  • El director regional de la Policía en Barahona. Mencionado —aunque no directamente involucrado— en escándalos de droga en esa provincia. Investigado por un lío feo de una pistola desaparecida en su comando que después apareció en manos de un delincuente. Y fue sancionado.
  • Un general del escándalo del combustible. Acusado de un desfalco de 85 millones de pesos. Su expediente todavía reposa en el Palacio de Justicia de Ciudad Nueva. Y que, además, estuvo envuelto en otros líos y escándalos vergonzosos. Y nos cuentan, que es promovido por el actual director de la PN. ¡Ay, Dios!
  • Un general que dirige un organismo de investigación policial. Señalado en los tres muertos del 12 de Haina —dos militares y un agente de la DNCD— y en otras ejecuciones. Supuestamente le pasaron por arriba en la matanza de La Barranquita, y se enteró de la operación, después que ocurrió ese horrendo crimen. Actuó con negligencia.

Hay más en la tómbola… pero ni calidad ni transparencia para dirigir la PN. Sus historiales son negros. Cualquiera de ellos sería tan desastroso como el actual director, que ha convertido la institución en un desprestigio. Y cuando salga, prepárense: van a destaparse macos y culebras.

La Policía necesita un gerente de verdad. Con capacidad y experiencia, que conozca la institución y no huela a corrupción. Que nadie pueda señalarlo. Y los hay, y el presidente los conoce. No se puede improvisar con la seguridad del pueblo dominicano. Menos aún con la tempestad social que se avecina.

Y a propósito: el anteproyecto de ley orgánica de la PN es un mamotreto hecho a la medida de los generales activos. Huele a colombiano. Dificulta la carrera policial, obligando a muchos a pasar “el Niágara en bicicleta” para llegar a oficial, limita a los profesionales de la institución y contradice la Constitución. Suprime conquistas establecidas desde la fundación de esa institución. Y ni siquiera establece el tiempo que puede durar un general activo; es decir, pueden morirse siendo generales. ¡Ave María Santísima, pero qué desastre!

Faride Raful: Los propios agentes —incluidos oficiales— dicen que usted, como ministra de Interior, está ciega y sorda. No ve ni oye lo que ocurre en la uniformada. La investigación de la matanza de La Barranquita es otro cuento que nadie cree.

Yeni Berenice Reynoso: La gente ha perdido confianza en usted como fiscal general. En la calle dicen que se está “perremeizando”. No creen ni en la investigación de La Barranquita, ni en las indagaciones de los escándalos de corrupción en SENASA.

En Santo Domingo Este la gente murmura a Dio Astacio, y dice que no tiene nada que envidiarles a sus dos últimos antecesores. Son igualitos los tres: malos con “M” mayúscula para que se note.

 

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