Dos Nobel: Trump por la paz… y Netanyahu del terror

Por Augusto Álvarez
Las noticias que llegan desde Israel son siempre la misma repetición: bombardeos, hospitales destruidos, escuelas y edificios arrasados.
El asesinato colectivo parece haberse convertido en la agenda diaria del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu.
Las víctimas —más de 65 mil palestinos y/o personas que el Estado vincula a Hamás— son testimonio de esa política. Para ordenar el asesinato de decenas de miles de seres humanos que mendigan ayuda humanitaria se necesita, sin duda, una mentalidad criminal.
Este último domingo, Gaza recibió de Israel su habitual dosis de destrucción de torres e incendios. Y ante la crítica de los organismos internacionales, ¿qué importa matar para Israel?
Netanyahu ha desafiado al secretario general de la ONU, António Guterres, nueve veces sin consecuencia alguna, mientras Washington se niega a admitir que el primer ministro israelí es, en la práctica, un terrorista ya sancionado moralmente.
El camino elegido por Benjamín Netanyahu es el de matar, y mientras Washington dé luz verde a su accionar, seguirán produciéndose muertes.
Trillar el camino hacia un Premio Nobel de la Paz, como pretende Donald Trump, constituye en sí mismo un desafío y un emplazamiento a la Academia de Estocolmo.
Resulta una contradicción flagrante: quien respalda las acciones terroristas de Israel se presenta, al mismo tiempo, como candidato a un galardón destinado a premiar la paz.
Mientras tanto, Netanyahu parece tener ya su “premio” asegurado si alguna vez se decidiera otorgar una estatuilla al líder del terrorismo y de la muerte.



