En la guerra ruso-ucraniana, todo apunta a que la búsqueda de un “reemplazo confiable” para Kiev, desde la perspectiva de Washington, se ha vuelto incómoda y complicada.

El avance del ejército ruso ha sido contundente: en menos de una semana ha ocupado —o liberado, según Moscú— alrededor de 16 comunidades, cuyos habitantes prefirieron ceder antes que morir inútilmente en una guerra que ya consideran perdida.

La Unión Europea, pese a ser sede política de la OTAN, no puede garantizar la seguridad de Ucrania sin el paraguas militar de Estados Unidos.

Por eso vemos a Volodímir Zelensky en constantes desplazamientos internacionales, buscando apoyo para una nación prácticamente hipotecada.

En la mesa de negociación, a Zelensky le queda poco o nada.

Salvo, quizás, buscar un país que lo reciba cuando llegue el momento en que el tablero geopolítico ya no tenga espacio para él.

Según comentó un analista cercano a la administración de Donald Trump, el futuro político y personal de Zelensky estaría siendo evaluado en Washington… siempre y cuando ya exista un sustituto que permita mover la ficha sin desordenar el juego estratégico.