Villa González, drogas y ratas de dos patas

Por Augusto Álvarez
A propósito de que un oficial del cuerpo del orden público llegue a su hogar y encuentre ratas venenosas… ¿qué haría?
Hubo una época en nuestros campos en la que los padres de una niña agredida por una rata humana preferían que ni la policía ni la justicia intervinieran.
Los implicados en la salvajada de Villa González, de seguro disfrutan —aunque no lo admitan— de haber llegado a prisión.
Y recordamos: ¿fue en Santiago donde un hombre, ya apresado, esposado y dentro de un vehículo policial, fue ejecutado?
Ahora, meditando sobre drogas y delincuencia, la policía informó del apresamiento de algunos animales que el Estado tendrá que alimentar por un buen tiempo… salvo que otros “compañeros” en la cárcel se adelanten a los tribunales.
En San Francisco también animales hicieron trizas a otra menor. Y preguntamos: ¿cómo detener esta hemorragia delincuencial?
Cuando el expresidente Antonio Guzmán asumió el mando, se intentó volver al pasado. Un militar fue apresado por intentar un secuestro. A un periodista se le ocurrió decirle al presidente que el militar apareció muerto en prisión y, según las malas lenguas, el mandatario respondió: “Sí, mi gobierno no podía permitir esa acción”.
Poner fuera de circulación a las ratas de dos patas es la única forma de frenar la delincuencia. Y para hacerlo no se necesitan ni los Swat ni otras fuerzas élite que suelen enviarse a sofocar marchas.