NACIONALESOPINION

La tormenta política hizo recular la Cumbre de las exclusiones

Por Augusto Álvarez

Admiramos la capacidad de las autoridades para mentir sin sonrojarse.

Ahora dicen que la suspensión de la Cumbre de las Américas se debe a la tormenta Melissa… ¡por favor! Esa es la excusa perfecta para esconder una verdad más embarazosa: la tormenta no fue climática, fue política.

¿Qué decir de las exclusiones dictadas en Washington y aceptadas sin protesta por el país anfitrión?

Desde el principio, al dejar fuera a Cuba, Nicaragua y Venezuela, y ante la segura ausencia de México, Colombia, Brasil y Bolivia, la suerte de la Cumbre ya estaba echada.

El gobierno de Estados Unidos —y el dominicano como buen acompañante— montaron un muñeco diplomático excluyente, sabiendo que no caminaría ni medio metro.

Por eso prefirieron ahogarlo en las aguas de Melissa, antes que verlo naufragar en medio de las divisiones continentales.

La tormenta Melissa les sirvió de preservativo político para cubrir la vergüenza de una convocatoria deslucida, sin consenso, y rechazada por países que se niegan a seguir el guion del Tío Sam.

Las exclusiones premeditadas crearon un escenario tan frágil que los organizadores optaron por recular, antes de quedar en ridículo frente al continente.

Porque, seamos claros: en una Cumbre donde se hablaría de democracia, ¿qué voces iban a escucharse? ¿Las de Venezuela reclamando sus aviones retenidos aquí? ¿O las de los que no pudieron llegar por orden superior?

La verdad es que la tormenta política fue más destructiva que la lluvia, y dejó en evidencia que en América, mientras unos deciden quién puede sentarse a la mesa, otros prefieren no sentarse en absoluto.

 

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba