Asombros y sinvergüenzas en la UASD

Por Augusto Álvarez
La autoridad superior en la universidad del Estado, se entiende, ejerce el Rectorado, independientemente de las presiones de grupos de profesores, estudiantes o empleados.
Es de dominio público que en la UASD existen relaciones discretas entre profesores y alumnas, envueltas en una aparente “elegancia académica”, pero limitadas en materia gris.
En ese mundillo de adultos, algunos educadores justifican los favores con la frase: “¿qué importa ayudar un poco?”.
Recientemente, la UASD dio a conocer la graduación de un estudiante que permaneció 31 años “estudiando”.
Inició la carrera de Medicina y terminó graduándose como técnico.
Estudiar 31 años (sin hablar de una maestría o doctorado) en una universidad pública es un robo al Estado.
Después de 16 semestres, continuar ocupando un cupo es simplemente negarle la oportunidad a otra persona con verdadero deseo de superación.
Los dirigentes históricos de la universidad del Estado —Amín Abel, Carlos Dore, Tony Isa, Cayetano Rodríguez y otros— fueron egresados ejemplares, con calificaciones al margen de sospechas.
¿Y hoy? Juzgue usted.
¿Temen los rectores en la UASD?
Durante los 12 años de gobierno del doctor Joaquín Balaguer, el licenciado Polivio Díaz visitó la universidad pública. ¿Impidieron los grupos de presión que entrara?



