¿La sangre de los palestinos sustenta de Netanyahu?

Ante las constantes masacres en Gaza, cualquiera podría pensar que el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, se alimenta del sufrimiento palestino y disfruta al saborear su sangre, especialmente la derramada en la devastada Franja de Gaza.
De un personaje así, resulta casi imposible sostener algún encuentro político fiable o mínimamente creíble en el escenario internacional. Netanyahu se ha mostrado como un dirigente que actúa al margen de toda norma diplomática y que parece incapaz de concebir la paz como opción.
Abiertamente, el primer ministro israelí ha puesto en entredicho incluso la autoridad del expresidente estadounidense Donald Trump, en particular en lo relativo a los intentos de alcanzar un acuerdo de paz entre Israel y Hamás.
¿Existe un pacto secreto entre Netanyahu y Trump? Quizá. Lo cierto es que Israel no solo ha ignorado los acuerdos de alto al fuego suscritos en diversas rondas de negociación, sino que además ha continuado matando y desafiando a la comunidad internacional sin pudor ni límites.
En un magistral trabajo publicado ayer bajo el título “Gaza, el rostro del horror y la vergüenza del silencio”, quedó claramente expuesta la magnitud del crimen: Israel opera como una maquinaria de muerte, con Gaza como su laboratorio de exterminio.
Sin el respaldo de Estados Unidos, Netanyahu no podría desafiar impunemente al mundo ni violar los compromisos internacionales con semejante arrogancia. Y cuando el propio Donald Trump pide “amnistía” para Netanyahu, se disipa cualquier duda sobre la complicidad de Washington en la carnicería israelí contra el pueblo palestino.



