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Tiempo de Navidad



Martes 26 de  Diciembre 2017.
Tiempo de Navidad

Evangelio:

♱ San Mateo 10,17-22.
Jesús dijo a sus apóstoles: Cuídense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en las sinagogas. 
A causa de mí, serán llevados ante gobernadores y reyes, para dar testimonio delante de ellos y de los paganos. Cuando los entreguen, no se preocupen de cómo van a hablar o qué van a decir: lo que deban decir se les dará a conocer en ese momento, porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su Padre hablará en ustedes. El hermano entregará a su hermano para que sea condenado a muerte, y el padre a su hijo; los hijos se rebelarán contra sus padres y los harán morir. 
Ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero aquel que persevere hasta el fin se salvará.
Palabra del Señor.
Gloria a Ti, Señor Jesús.

Meditación:

Salud y paz.

Seguimos estrenando este hermoso tiempo de la Natividad del Señor Jesucristo. Es la contemplación de la admirable condescendencia divina, la manifestación del verdadero amor de Dios. 
El proyecto del Padre celestial, que se venía expresando en las edades del hombre, en el devenir de la historia de salvación, llega a su plenitud: el Hijo de Dios, la segunda persona de la Santísima Trinidad, toma carne humana, en el vientre de la joven María, Virgen antes, durante y después del parto.
El que está por encima de todo poder y gloria, se hace pobre, pequeño, indefenso: nace en un establo, en la pequeña aldea de Belén. Demuestra que todo lo terreno tiene tiempo de caducidad, que no debemos poner la esperanza en la vanidad. 
Nace en los corazones bien dispuestos, que luchan contra su propio pecado, maldad, chismes, envidia, egoísmo, ambición y cualquier forma de codicia. Los corazones que le han permitido nacer en su interior y se han abierto a la construcción de un mundo fraterno y de paz.
La hipocresía y la maldad siempre estarán tramando en la oscuridad de la vida, la destrucción de todo lo que pueda ser contrario a sus perversos planes temporales. Son corazones endurecidos.
Firmes en la fe en Jesucristo y llenos del Espíritu Santo, acompañados de la humildad de la Virgen María, millones de personas vencen a diario a Satanás, transmiten amor y muchos dan hasta de su propia pobreza, fluye el bien. 
Oh, Divino Niño Jesús, danos a todos los seres humanos, sencillez de corazón, docilidad al Espíritu Santo, para poder mirar a los demás con la alegría de hermanos, sin recelos, ni sospechas, para edificar las familias en la verdadera caridad que sólo nos lleva hacia la vida eterna. Amén.
¡Feliz Navidad!

P. Arístides Jiménez Richardson

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