REFLEXIONES: Dia del trabajador

AYUDAME A SALVAR UNA VIDA
Hola, amigos, ¿qué tal? Dia del trabajo, del trabajador, día de todos, pues en mayor o menor grado, todos trabajamos.
Más que un día de fiesta, precisamente sin trabajo, debería de ser un día para reconocer en todas las empresas e instituciones privadas y del estado, a todos aquellos empleados que de una u otra forma se han destacado en el cumplimiento de su deber, dando la milla extra y por encima de los demás.
Debería existir un doble sueldo de gratificación, es el día en el que las promociones, los bonos, reconocimientos, deben entregarse y todo esto incluyendo a la doméstica seria, responsable y dedicada, al obrero, al profesional independiente, al ejecutivo que se ha esforzado por llegar a escalar la posición que tiene, al trabajador del estado que tiene toda una vida cumpliendo con su deber y no siendo una botella vergonzosa.
Un día más libre, de fiesta, ¿de que vale, para gratificar al trabajador?, es el día ideal para aprobar las mejores leyes y promulgarlas en su favor.
Cuando veo a quienes pican las calles bajo el sol, recogen la basura, a quienes limpian las calles, a quienes lavan los baños de los centros comerciales, entre otros muchos oficios más y todo para nuestro bienestar, salud y embellecimiento, pienso que debemos ser más dadivosos con ellos, pues generalmente pasan desapercibidos y son ignorados.
En el evangelio de san Juan 21 de hoy, hay una frase de Jesús que dice: “Te lo aseguro, cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras” Y pensar que vemos ancianos que apenas pueden trabajar, pero como nadie los protege, ni tienen pensiones, ni atenciones médicas, ni nadie le toma las manos, tienen que continuar sin poder.
Hoy, Víctor Martínez eleva sus oraciones por todos los trabajadores, que sin importar la edad ni lo dura y ardua que es su tarea, reciben sueldos miserables que apenas les alcanzan para vivir y por todos los que luchan por conseguir un trabajo, sin lograrlo, sintiéndose frustrados y desesperados.
Hasta la próxima.