
Mensaje 4185
AYUDAME A SALVAR UNA VIDA
Hola, amigos, ¿qué tal? Merhaba, arkadaslar, ¿nasilsiniz?
Es una mañana fría de octubre, tal como acostumbran a ser las mañanas aquí, 5:00 a.m., caía un ligera y casi invisible llovizna, me siento en mi ventana frente a la mezquita, a contemplarla y empiezo a orar, me acompaña el llamado a la oración por los altoparlantes, inundando la ciudad y penetrando en mi mente, corazón y alma.
Doy gracias a Dios por todo, por este nuevo día, por el lugar en el que estoy, por mi trabajo, por mi salud, por mis amigos y familiares, hago mi acto de contrición, mi salmo del Buen Pastor, seguido del Padre Nuestro, Ave María, Gloria y desde pequeño, “ángel de la guarda dulce compañía no me desampares ni de noche ni de día, no me deje solo que me perdería”.
Es entonces cuando me siento preparado para invocar la presencia del Espíritu Santo. Recordando siempre que el Señor nos dijo que: “Somos templo del Espíritu Santo”, por eso interiorizo y lo busco dentro de mí, le pido fortaleza espiritual, sabiduría divina, que me envíe sus inspiraciones, me sostenga en el camino y no me abandone, me dé perseverancia, fe, derrame sus siete dones y no permita que me desenfoque de mi misión asignada.
Lo visualizo derramando Su gracia y poder en cada una de las personas que tengo anotadas en el libro, que me han pedido oración, que están enfermas, que me apoyan y están caminando junto a mí en esta misión.
Termino pidiendo por mis cuatro nietos, hijas y familiares, todo esto después de analizar mi último sueño de la mañana y presentarle a Dios, los protagonistas del mismo.
Al concluir siento una profunda paz y una gran receptividad para leer mi Biblia y mi Corán, invocando al Padre Dios, Allah, en espera de los mensajes que me llegarán, los medito en mi corazón y es entonces cuando estoy listo para encender mi laptop y dejar que mis dedos transiten como por arte de magia, escribiendo los Mensajes de Amor, mis libros y cuantas cosas llegan a mi mente y corazón.
Así empieza el día, me toca lidiar con los sentimientos encontrados de paz, soledad, nostalgia, alegría por el nuevo día, para concluir recordando que soy el hombre más feliz del mundo.
Orar, meditar, visualizar, hablar con Dios, invocar, alabar, leer Su Palabra, dar gracias, pedir y ofrecer, he aquí la fórmula secreta que todos deben conocer, con un corazón arrepentido y un gesto de profunda humildad.
¿Resultados? Tal como lo dijo Santa Teresa, nada me turba, nada me espanta, sé que todo pasa, pues todo al tiempo de Dios, que Dios no se muda, siempre está conmigo, y que, con paciencia y perseverancia todo se alcanza, y de lo que estoy bien seguro es, de que quien a Dios tiene, nada le falta, porque sólo Dios basta.
Este mensaje ha llegado a todos ustedes gracias al apoyo recibido por nuestra hermana Mónica Ciprian.
Hasta la próxima



