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Razón por la que Abinader apoya a Alofoke

La libertad de expresión está considerada como un derecho fundamental, pilar de la democracia, conforme al Art. 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Nuestra propia Constitución –en su Art. 49— establece lo siguiente: “Toda persona tiene derecho a expresar libremente sus pensamientos, ideas y opiniones, por cualquier medio, sin que pueda establecerse censura previa.

Sin embargo, el sagrado derecho a la expresión no debía ser desvirtuado y confundirlo con libertinaje, que no es más que un desenfreno en el uso de la palabra. Precisamente, en nuestro país, tenemos espacios en los medios electrónicos y en redes sociales que se caracterizan por la difamación e injuria, la vulgaridad, perversión y depravación, violentando la Ley 61-32 y el Reg. 824 –documentos desactualizados, aunque vigentes todavía–, que velan por el respeto al nombre de la persona, la honra, la moral y buenas costumbres de la sociedad.

Entre los espacios donde se escuchan palabras impúdicas y se observan gestos obscenos están los del joven Santiago Matías (Alofoke), sin que las autoridades dominicanas tomen las medidas establecidas por las normas jurídicas. Junto al famoso Alofoke se ven damas tatuadas y con colores de pelo estrafalarios, que van desde amarillo pollito, azul marino y rojo profundo. Aunque ninguna ley prohíbe los tatuajes ni la extravagancia del pelo, todavía una amplia franja de la población no asume esas modas.

Contrariamente, las considera inmoral. Pero más que patrones culturales no concebidos por muchos, el problema está en el lenguaje que usan esas damas. Un lenguaje de cloaca, que rompe con viejos códigos de moralidad.

Santiago Matías (Alofoke)

En el Edificio Rojo se escuchan palabras de todos los tamaños. Lamentablemente una parte de la población se identifica con ese contenido de morbosidad, al punto que, recientemente, dos millones de dominicanos estaban conectados con la Casa de Alofoke 2, según se dijo, lo que motivó de inmediato al presidente Abinader a participar en ese reality show, solidarizándose con Andy De la Cruz, el cual representa “La Fruta”.

Eso se llama bailar en todas las fiestas, indistintamente de que se trate de actividades que no aportan nada a la población, donde se están violando leyes inherentes a la comunicación y se fusilan valores culturales de toda la vida.

De igual manera, el joven Alofoke suele hacer ostentaciones de poder económico, al regalar yipetas de costo millonario a damas que laboran en sus espacios, lo que no hacen siquiera los Vicini, Corripio, Rainiery y otros poderosos empresarios dominicanos. ¿Cuál es el secreto? Se trata de un aspecto a investigar por el Ministerio Público.

Mientras tanto, el problema mayor que se observa está en el mensaje que envuelve en sentido general la conducta de ese muchacho, que podría ser una distorsión de paradigma o modelo a seguir para millares de jóvenes dominicanos, que llegarían a la conclusión de que no hay que estudiar para hacerse de mucho dinero. (Se dice que Alofoke no tiene un octavo curso).

Para colmo: ya hay lisonjeros –posiblemente pagados– que hablan del fenómeno Alofoke. ¡Sí,claro¡ Es el nuevo fenómeno dominicano que enseña a la juventud a distanciarse de las aulas, que lo importante es tener muchos millones, hablar malas palabras, la vulgaridad, irrespeto a los demás, el modismo, la codicia, el afán de lucro y no sé cuántas diabluras más.

PRM no es una herencia de Luis Abinader
Luis Abinader

Y el presidente de la República, la persona más indicada a hacer cumplir las leyes, se suma a los participantes de la Casa de Alofoke, para que digan: ¡Ay qué presidente tan humilde! ¡El presidente está en la moda!

Indistintamente del concepto que usted tenga del personaje y la opinión del contenido de sus espacios, no se puede dejar de admitir que genera distracción en segmentos de la sociedad de menor escolaridad y posiblemente ha penetrado en la clase media baja.

La pregunta es: ¿Y quién puede estar más interesado que el presidente de la República en la desviación de atención respecto a los problemas de la sociedad dominicana, como son el alza del dólar, el costo de los productos de la canasta familiar, la inseguridad ciudadana, la corrupción pública, la evidente deficiencia del sector salud, el déficit habitacional, el drenaje pluvial, el agua, el festival de empréstitos, la falta de inversiones en obras y el deficiente servicio eléctrico?

No se trata de que Abinader se hace de la vista gorda con programas como los de Alofoke. Es lo contrario. Le conviene que haya muchos espacios de esa índole, porque de esa manera para nada la gente cuestionaría la evidente mafia que hay en el sector eléctrico, los fideicomisos, la concesión inexplicable de candidaturas a puestos de elección popular a individuos del bajo mundo, específicamente perteneciente al narcotráfico.

No importa que se ofrezcan estadísticas señalando que es el gobierno que más droga ha capturado, si casi todos o todos los alcaldes, regidores y diputados detenidos en el país y fuera del país pertenecen al PRM.

Abinader nunca se ha referido al tema ni en La Semanal alguien nunca se ha atrevido a preguntar sobre algo que es real. Y Paliza dice que no sabe de eso. ¿Quién es el responsable, entonces? ¿Esos funcionarios municipales y legislativos fueron solos a la JCE y se inscribieron?

Aquí hay privilegios irritantes hacia la oligarquía dominicana, producto de compromisos de campaña. Los inversionistas de campaña regularmente son empresarios vinculados al CONEP y los contratistas de obras del Estado son los mismos de siempre.

Se trata de gente que cuando aporta 50 millones a un candidato es para sacar miles de pesos del erario dominicano.

Esa es la razón por la cual Abinader no puede cancelar a determinados funcionarios. Y todavía hay gente que pretende hacernos creer que el presidente de la República es un hombre transparente, humilde y bien intencionado.

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