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He ahí, la bella Jennifer, “viuda” de «Quirinito» Castillo


Se ‘enamoró’ del forajido estando sentenciado

SANTO DOMINGO, R.D.- Esta es la abogada Jennifer Estefani Domínguez Hernández, la “viuda” del delincuente  Pedro Alejandro Castillo Paniagua (Quirinito), el hombre que se hizo el enfermo, que está “muerto” en papeles, pero que anda por ahí “vivito y coleando”.
Jennifer Estefani es una dama “sincera”….
Dice que es una mujer enamorada y eso nadie lo pone en dudas.
Su boda con el delincuente no fue una farsa, según ella, contrariando la versión de las autoridades, de que su matrimonio fue una confabulación para que “Quirinito” se burlar a la justicia dominicana.
Ella se enamora del forajido estando éste condenado a 30 años de reclusión, por asesinato.
Y no solamente se enamora, se casa con el maleante.
Pero, después de su matrimonio, el sobrino de otro gran delincuente, el narcotraficante Quirino Ernesto Castillo Paulino, se enferma y comienzan los trámites para llevárselo a un lugar cómodo.
Logra su traslado de San Cristóbal a San Francisco de Macorís, y estando en esta ciudad, el estado de salud del malhechor  “se deteriora” a tal punto, que el médico legista certifica que es un muerto vivo. Es decir, no tiene salvación, sus horas están contadas.
Y para que tenga una muerte feliz, en los brazos de su amada esposa, logra que una jueza se conduela de su situación, y por sentencia, lo envía a su casa, convirtiéndolo en un reo domiciliario.
Estando en su casa, misteriosamente el delincuente “muere”. 
Un “fallecimiento” completamente misterioso, porque ni sus padres se enteran. 
Su “enamorada”  esposa, no echó ni un grito, que hubiese llamado la atención de sus vecinos. Parece que sólo jimiqueó, pero en silencio.
El único que es enterado es el médico. 
Aquel profesional que homologó tres certificados médicos, que diagnosticaban su enfermedad. 
Y es informado, porque era uno de los protagonistas de película o porque para completar el macabro plan, se necesitaba un certificado médico, emitido por un legista, que certificara la “muerte” del bandido.
Ese documento era vital para concluir la comedia, porque con él se gestionaría el acta de defunción, que finalmente se logró.
Para sus autores,  era el final de la historia.
El asesino del ciudadano español Gustavo Adolfo Cervantes (Waikikí) había pasado a otra vida.
Trascendió que lograr la libertad de “Quirinito” fue parte de los acuerdos a que llegó Joao Santana, en la pasada campaña electoral, con su tío Quirino Ernesto Castillo Paulino, a quien facilitó su regreso a República Dominicana, para que atacara y desacreditara al  doctor Leonel Fernández, y éste dejara libre el “camino libre” a la reelección del presidente Danilo Medina.
El publicista Joao Santana, un delincuente internacional, condenado en Brasil por corrupción, era el asesor de Medina cuando Quirino retornó al país, tras cumplir una condena por narcotráfico en Estados Unidos. 
Hay quienes dicen que a “Quirinito” lo sacaron del país, posiblemente por Haití, porque “no figura” registrado en los aeropuertos.
Pero, como está “muerto”, es posible que no sea Pedro Alejandro Castillo Paniagua (Quirinito), sino, que tenga una nueva identificación.
Jennifer Estefani fue la garante para lograr su traslado y ahora se niega a identificar el lugar donde yacen los restos de quien “en vida” se llamó Pedro Alejandro Castillo Paniagua, alias Quirinito.
La red está prácticamente descubierta, ahora falta que esta Procuraduría haga lo que nunca ha hecho, actúe con responsabilidad, desenrede el bollo y que hable claro, que explique lo que realmente pasó y que todos los protagonistas de este escándalo, sean puestos a disposición de los tribunales.
Otra cosa, que la Procuraduría, cada paso que dé, esté autorizado por un juez competente, para que no haya debilidades y, como casi todos los casos, este no sucumba en los tribunales. 
Realmente, de ahora en adelante, este digital se suma a los sectores que claman porque el jefe del ministerio público sea una persona independiente, aunque lo designe el presidente Danilo Medina. Es decir, que no esté enrolado en ninguna organización política.

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